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El derrumbe

Charlize Theron y Nicole Kidman.

Aún reciente el afilado abordaje de la serie La voz más alta a la caída en desgracia del acorralador sexual y cerebro televisivo del ultraconservadurismo trumpiano Roger Ailes al frente de Fox News llega una versión cinematográfica interesante pero inferior que centra el punto de vista en tres de las víctimas. Si en la producción televisiva figuraba el nombre de Tom McCarthy, director de la estimable Spotlight, aquí la dirección recae en Jay Roach, que dio el paso al cine "serio" con "Trumbo" después de una carrera endeble con títulos como "En campaña todo vale", "Los padres de él" (y de ella, luego) o, ejem, "Austin Powers en Miembro de Oro". Y cómo se nota la diferencia de talante y de talento. Visualmente, "Bombshell" tiene el empaque de un telefilme del montón, y lo sería de no mediar un reparto ciertamente potente, en el que Theron, Kidman y Robbie dan a sus personajes una veracidad notable a pesar de que el guión, un tanto errático y por momentos superficial, sea de poca ayuda. Da la sensación, incluso, de que las tijeras se han llevado parte del metraje inicial, lo que explicaría el uso caprichoso y guadianesco de la voz en off y del cambio brusco de los puntos de vista.

Si la serie concentraba gran parte del fuego (y del juego de máscaras y mascarillas) en un portentoso Russell Crowe y una desgarradora Naomi Watts, aquí el personaje de Ailes pasa a un segundo plano prescindiendo de su pasado (no es un reproche: no hay tanto tiempo para desarrollarlo) y sus momentos depredadores con sus víctimas son muchísimo más livianos. "Bombshell" no es tanto un ataque frontal hacia un personaje abyecto como una visión amplia de las miserias ocultas que agreden a la mujer en las altas esferas televisivas, en particular, y de la sociedad en general. Ailes no es el único culpable. También lo son quienes lo auparon y respaldaron hasta que la presión se hizo insostenible. Y tampoco se van de rositas los y las profesionales que sabían o sospechaban lo que ocurría, que presionaron para mantener una cómoda situación y que miraron hacia otra parte intentando convertir a la víctima en un ejemplo tóxico de deslealtad.

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