"Cuando los trabajadores del museo estamos muy estresados, bajamos a ver la exposición de Kely". Alfonso Palacio, director del Museo de Bellas Artes de Asturias, compartió ayer esta pequeña confesión con los treinta lectores de LA NUEVA ESPAÑA que realizaron la primera de las dos visitas guiadas que organiza este periódico a la muestra "Hishiryo. Siempre es ahora. Últimas pinturas de Kely", que se expone en la gran pinacoteca asturiana. Una actividad que marca el inicio de una serie de iniciativas culturales que el periódico irá acercando a sus lectores de manera exclusiva, y en la que los participantes disfrutaron de unos guías de excepción, ya que además del propio Palacio condujeron la visita el viudo de Kely, Joaquín Junquera; el hermano de la artista, Eduardo Méndez Riestra, y la historiadora del arte Sara Moro. Entre los cuatro ofrecieron una mirada singular y trascendente de la obra de Kely, enriqueciendo el análisis de su producción esbozado por Palacio y Moro con el relato rico en matices de la vida y la personalidad de la artista que su familia compartió con los participantes.

"Kely es una figura fundamental, y no solo para la historia del arte asturiano: era una de nuestras artistas más internacionales", precisó, al inicio del recorrido, Alfonso Palacio, quien reivindicó en diversos momentos de la visita la singularidad de la obra de la pintora ovetense, fallecida en 2013 tras una larga enfermedad. "La pintura de Kely es muy personal, tiene un lenguaje único e intransferible", explicó Palacio, antes de destacar que la artista "desarrolló una abstracción singular y única; esta iconografía nace y muere con ella".

Como ejemplo de esta imaginería propia, Sara Moro desgranó varios detalles en el análisis de las obras de la última etapa de Kely, las que conforman la exposición que se puede visitar hasta el próximo día 23. La introducción de una naturaleza sin domesticar, de raíz oriental y contrapuesta a la visión occidental; la firmeza del trazo y su convivencia con elementos brumosos o espacios en blanco; o el detallismo que puebla cada obra son algunos de los elementos que Moro fue desvelando a los lectores de LA NUEVA ESPAÑA durante la visita, siempre en la búsqueda de un equilibrio en la pintura que la historiadora del arte definió como "una figuración abstracta, o una abstracción figurativa".

Vídeo: El mundo Zen de Kely impacta en el Bellas Artes

Vídeo: El mundo Zen de Kely impacta en el Bellas Artes

La destrucción del yo

El proceso creativo de Kely se vio afectado por el avance de su enfermedad, lo que a su vez la llevó a interesarse por el budismo zen, cuya influencia fue crucial en esta última etapa de su producción. Tal y como explicó Joaquín Junquera, en sus últimos años Kely alcanzó la paz mediante "la destrucción del yo", algo patente en su rechazo a que su firma tuviese un papel preponderante en su obra. En algunos casos, la artista firmaba sus cuadros por detrás, y en otros renunciaba incluso a eso. Paulatinamente, abandonaría también los grandes formatos para trabajar en otros más manejables, algo también determinado, reveló Junquera, por la merma en sus fuerzas provocada por la enfermedad.

Pero con las herramientas del zen, Kely alcanzó la felicidad incluso en esos momentos: "Cuando hablamos de que era 'monja zen' nos puede sonar raro, pero no tiene nada que ver con las monjas que conocemos. En el mundo zen es una persona que se retira porque se concentra mucho en su actividad. El zen es una herramienta, una técnica para estar en el mundo", explicó Eduardo Méndez Riestra.

Esta actitud ante la vida queda plasmada en el título de la muestra: "Hishiryo" es el nombre zen que adoptó Kely, y que se relaciona con un momento de meditación en el que se trasciende el propio pensamiento; "Siempre es ahora", es una frase que, en sus últimos días, Kely eligió como síntesis de su filosofía de vida. Y de algún modo, ambas ideas se relacionan con su obra, que trasciende la forma artística y sigue vigente en la actualidad.