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"Fue demencial": la odisea del pasajero sospechoso que acabó en el HUCA

Un gijonés relata cómo fue llevado a un vagón vacío y a hacerse la prueba del coronavirus ante el miedo del personal del tren a su bronquitis

Pablo Purriños Martínez, ayer, ante su casa de Gijón. JULIÁN RUS

El pasajero está acurrucado en el asiento más cercano a la puerta del vagón. Se le acerca la empleada que distribuye auriculares para la música y la tele.

-¿Qué le pasa?

-Nada, nada, que he cogido frío y soy asmático. Pero no me pasa nada.

Pablo Purriños Martínez, de 57 años, langreano residente en Gijón, tomó el domingo el tren Alvia que salió de Barcelona a las 13.00 horas y terminó su viaje no en la estación de Gijón, sino en un lugar totalmente inesperado: el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), adonde fue trasladado por una ambulancia para someterle a las pruebas del coronavirus COVID-19.

"Fue demencial. No comprendo la actuación del personal de Renfe", explicó ayer a este periódico el protagonista involuntario de una historia que ilustra a la perfección la psicosis originada por la amenaza de epidemia del nuevo virus asiático. "Todo se hizo en contra de mi voluntad, después de ser advertidos de que yo no tenía esa enfermedad", precisa Pablo Purriños.

El domingo comenzó para el viajero con un malestar bien conocido: es asmático, sufre episodios de bronquitis y adivinaba que sería un día latoso para él. Acudió al centro de salud más cercano: "Me miraron y me dijeron que no tenía coronavirus, sino el bronquio mal, que estuviera tranquilo".

Poco después, tomó el tren en el que regresaba a Gijón después de unos días fuera. El viaje transcurría sin incidentes, pero a la altura de León comenzaron las emociones. "La puerta del vagón se abría y se cerraba, y cogí frío. Sentía escalofríos y me acurruqué", relata.

En esta postura le vio la encargada del reparto de auriculares. Se extrañó y le preguntó qué le sucedía. "Se lo expliqué. Le dije que no era nada preocupante, que me sentía bien y que era cuestión de echarme el Ventolín. Ella me dijo que podía avisar al revisor, y yo le dije que no hacía falta", indica el pasajero. En efecto, se tomó el medicamento y rápidamente se sintió mejor.

A los pocos minutos, apareció el revisor. Pablo Purriños notó que, con tanto trasiego, sus compañeros de viaje empezaban a cuchichear. "Le dije al revisor que no tenía ganas de contar mi vida a todo el vagón, y que mejor hablábamos en privado". Ambos interlocutores se dirigieron a un espacio entre dos vagones. "Le expliqué lo mismo que a la chica. Que había ido al médico por la mañana y que me había dicho que era bronquitis", señala Pablo Purriños.

¿Qué hizo el revisor? "De buena fe me dijo que en el vagón número tres había una enfermera que podía darme ibuprofeno o algo". La enfermera auscultó a su compañero de tren y le dijo que iba a llamar por teléfono. Así lo hizo: se comunicó con el Hospital de Cabueñes (Gijón), habló con el revisor y, transcurridos unos minutos, este propuso a Pablo Purriños trasladarse al vagón de preferente, que iba vacío: "Me dijo que era para asegurarnos de que no contagiaba a nadie. Yo le dije que no tenía nada que contagiar, pero acepté".

Una vez en el improvisado "vagón de aislamiento", al pasajero le transmiten un nuevo mensaje que le sorprende: cuando llegue a Gijón, estará esperándole una ambulancia para hacerle las pruebas del coronavirus. "Les dije por enésima vez que yo no tenía el coronavirus, que tenía bronquitis, y que no pensaba hacerme las pruebas". Finalmente, se dio por vencido.

El ambiente fue destensándose: "En algunas paradas me dejaron bajar al andén para echar un cigarro".

El tren llegó a Gijón sobre las 23.30 horas. Tuvo que esperar entre quince y veinte minutos, pasados los cuales ante sus ojos apareció un espectacular despliegue compuesto de una ambulancia y cuatro coches policiales, con dos agentes cada uno de ellos. Notable expectación en la estación gijonesa. El pasajero cogió su maleta y su mochila y... a toda velocidad hacia el HUCA. "Yo no entendía nada. Si las pruebas del coronavirus se hacen en el HUCA, ¿por qué no me bajaron del tren en Oviedo, que es donde está el HUCA? Aquello me parecía un despropósito absoluto", rememora.

Como nota positiva, puntualiza: "Los chavales de la ambulancia, majísimos".

Llegó al HUCA, al área de Urgencias. "Lo que tengo es bronquitis", dijo una vez más. A partir de ese momento, las mejores atenciones. "Me acompañó el doctor Pablo Herrero; él y toda la gente del hospital me trataron magníficamente", señala Pablo Purriños.

Los sanitarios condujeron al paciente a una habitación en régimen de aislamiento. "Tardaron dos horas y veintinueve minutos en darme el resultado del análisis". Negativo. Era bronquitis, no coronavirus. "No tenía ni fiebre ni nada. Me dieron la cena. Eran las dos y media de la madrugada".

Terminada la cena, una ambulancia lo devolvió a Gijón. El mismo conductor que lo había llevado al hospital ovetense. A las cuatro de la madrugada llegó por fin a su casa. Fin de una jornada cargada de acontecimientos y, por fortuna, libre de coronavirus.

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