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Marino Pérez: "Llegará antes la vacuna contra el virus que contra la estupidez"

El catedrático de Psicopatología de la Universidad aconseja "ponderar la información que se recibe y someter los miedos a una valoración"

Marino Pérez. MIKI LÓPEZ

No se sabe, y nunca se sabrá, si La Gioconda sonríe o no, pero estos días debe de andar con el rictus congelado al contemplar que nadie la fotografía compulsivamente desde el otro lado del cristal tras el que reposa impávida. El cuadro de Leonardo da Vinci, la gran estrella del Museo del Louvre, vive estos días una total soledad pues los trabajadores del gran museo parisino se han negado a trabajar hasta que no se pongan medidas de protección contra el virus que pasó a los humanos en la ciudad china de Wuhan y ahora tiene en vilo y enmascarado a todo el mundo. Los trabajadores, por unanimidad, se han acogido a su derecho a no trabajar en un caso como éste, "cuando la situación laboral presenta un peligro grave e inminente para su vida o su salud", consideran. Este es un ejemplo más de la otra cara, acaso la que mayores destrozos hará, de la primera pandemia del siglo XXI: la propagación del miedo.

"El contagio del miedo es más rápido y expansivo que el de los propios virus, por más que estos sirven hoy la metáfora de la propagación viral en internet", indica Marino Pérez, catedrático de Psicopatología de la Universidad de Oviedo. Componentes biológicos aparte, el "bichito chino" tiene la capacidad para activar en el ser humano el temor a perder la vida propia o la de los seres queridos, el temor al colapso económico y a un largo etcétera de apocalipsis. "El miedo es una respuesta valorativa de una amenaza o peligro que no se basa en un razonamiento o una reflexión, por lo que las explicaciones científicas y llamadas a la calma no sirven de mucho", explica este especialista. "Pero tampoco deben dejar de hacerse", matiza al punto. Según su punto de vista "el coronavirus tiene todo lo necesario para generar miedo viral, empezando por su contabilidad caso a caso en tiempo real y en cualquier sitio del mundo en que se produzca".

Parece que es esa "contabilidad" lo que nos aterra, según el análisis de este especialista. "Si de la gripe común, los accidentes de tráfico o los robos se diera noticia del lugar y momento, darían miedo en un sentido parecido", explica Marino Pérez. Con un apunte: "El coronavirus tiene como añadido la propia incertidumbre científica hasta el momento y las medidas que las autoridades se ven obligadas a tomar".

Pero, ¿se puede luchar contra esta psicosis? ¿Cómo controlamos el miedo? ¿Es malo tener miedo? "Por lo pronto, el miedo puede ser algo bien adaptativo y preventivo, cuando lleva a cuidados. Sin miedo, correríamos más peligros. Ahora bien, el miedo, con ser razonable, no suplanta a la razón. Y uno puede y debe someter sus propios miedos a una valoración y decisiones que se sobrepongan a lo que teme", aconseja Marino Pérez.

El virus COVID-19 ha explotado en China, la gran fábrica del mundo, el corazón fabril de una economía global hiperconectada, donde la viralidad es una característica -sino "la" característica- de la nueva comunicación digital. En ese contexto, ¿se puede frenar la "infodemia", la epidemia informativa, tal y como la OMS la bautizó? "No veo que se pueda frenar, por la propia naturaleza de una sociedad hiperconectada, ella misma viral", sostiene Marino Pérez. Este catedrático enumera las fallas del sistema: "Hay que asumir esta ambivalencia de los medios y las redes sociales, que lo mismo que te reportan información y diversión, te reportan temores y mentiras. El sentido común está devaluado y las estupideces son moneda corriente, donde el conocimiento científico parece estar a la par de cualquier opinión. Habrá antes una vacuna contra el coronavirus que contra la estupidez", sentencia.

El coronavirus, con su ola de miedos anexa, es algo ya visto por la humanidad, aunque con una característica añadida, según Pérez. "Este fenómeno ya se dio otras veces, sin ir más lejos se recordará la gripe aviar o las vacas locas. Pero ahora todo está más acelerado por la contabilidad, por las medidas que dan la impresión de un estado de emergencia y las fake news".

Según su punto de vista, la extensión de la epidemia "no es meramente una cuestión de contención psicológica, "los consejos higiénicos y las medidas sanitarias son más importantes". No obstante, "ponderar la información a la que estamos expuestos también sería razonable. Los miedos tienen sus razones, pero quien tiene los miedos son personas que no han de dejar de razonar. Porque el miedo a veces produce el propio miedo que se teme, sin responder a la verdadera amenaza o peligro", argumenta este catedrático de Psicopatología de la Universidad de Oviedo.

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