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El Quini del teatro costumbrista

El Pueblu d'Asturies recibe el archivo del fallecido actor José Manuel Rodríguez, que fue tan popular como el gran ariete

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Presentación del archivo de la Compañía Asturiana de Comedias

"La popularidad de José Manuel Rodríguez fue semejante en aquellos años treinta y cuarenta, cuando el fútbol prácticamente no existía, a lo que la sociedad gijonesa de hoy siente por el ídolo de nuestro fútbol, 'El Brujo', Quini". Esta comparación la estableció ayer el catedrático Jesús Menéndez Peláez, autor del monumental volumen "El teatro costumbrista en Asturias". Un vistazo a las fotos del multitudinario entierro del actor y director, en el Gijón de 1946, basta para decidir que no hay hipérbole en el relato que hizo ayer el profesor jubilado de la Universidad de Oviedo sobre el que fue, también, fundador de la centenaria Compañía Asturiana de Comedias.

Peláez fue el encargado ayer por el Muséu del Pueblu d'Asturies de glosar la trayectoria -y su importancia- de José Manuel Rodríguez. La ocasión lo merecía. Fue con motivo del depósito del archivo del artista, cedido por sus nietas María Jesús y Begoña Rodríguez Meré a la institución que dirige Juaco López. "Para nosotras este acto tiene un gran valor y habría sido, sin duda, uno de los días más felices de mi padre, porque cuidó todas estas cosas durante años", aseguró la primera, antes de añadir: "Nos gustaría que mi güelu tuviera un reconocimiento".

Una ausencia clamorosa en los callejeros asturianos. Lo dijo también Peláez, que acusó a un cierto asturianismo, precisamente, del menosprecio que viene sufriendo el teatro costumbrista pese a su sostenida popularidad durante un siglo: "Leyendo las crónicas del entierro de José Manuel, con el féretro recorriendo las calles gijonesas, uno se da cuenta de que fue también una leyenda. Sin embargo, no hay ningún testimonio social que lo recuerde". Me pregunto: "¿Es esta la memoria histórica?".

Juaco López, a quien acompañó el concejal de Cultura de Gijón, Alberto Ferrao, hizo resaltar la importancia de un depósito que incluye 110 obras mecanografiadas (textos por ejemplo de Eladio Verde o Pachín de Melás, entre otros), 40 publicaciones impresas, 2 diarios de las actuaciones de la incombustible Compañía Asturiana de Comedias, 3 libros de cuentas (1935-1946), un álbum de homenaje, correspondencia, unos 700 programas de mano, retratos, fotografías de representaciones o el proyecto del frustrado monumento al actor ideado por Manuel del Busto y Morán.

Un tesoro para reconstruir la biografía de José Manuel Rodríguez. Este artista fue, a juicio de Peláez, la "gran figura" de una compañía que en 1937, en plena Guerra Civil, hizo giras por el norte español -también en Madrid- promovidas nada menos que por el Socorro Rojo Internacional. En 1929 encarnó un recordado Don Juan "a la asturiana" e hizo un imbatible tándem con el comediógrafo Eladio Verde. "Son los artífices de la época áurea del teatro asturiano", hizo resaltar el catedrático.

Entre los asistentes a la presentación del archivo del director y actor hubo representación del actual elenco de la Compañía Asturiana de Comedias. Habló Armando Felgueroso. La longeva formación sigue en activo pese a los dolorosos fallecimientos en los últimos años de otros dos históricos: Eladio Sánchez y Arsenio González. "Era un actorazo", indicó Peláez, para quien José Manuel Rodríguez ha sido un maestro del sainete costumbrista. Otra figura recordada es la de Rosario Trabanco. Este tipo de teatro ha sido cuestionado por un asturianismo que reniega de los códigos lingüísticos -también de algunos contenidos, ojo- que utilizan los personajes.

"Un conocido asturianista decía que a 'ese teatro había que prendéi fueu", recordó Pelaéz . Éste recurrió a Ernest Jauss, teórico de la literatura y creador de la "escuela de la recepción", para reivindicar los valores del teatro costumbrista. El profesor de la Universidad de Constanza sostenía que si un género literario dura más de un cuarto de siglo es que tiene algún valor. "El sainete costumbrista tiene ya un siglo de existencia", señaló Peláez. Los espectadores acuden a ver estas representaciones, como ocurría con el teatro de Lope de Vega, para huir de la torva realidad.

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