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Columpios vacíos y parques sin abuelos

Los progenitores improvisan clases particulares en sus domicilios para no detener el progreso de sus hijos

Dos niñas observan las calles avilesinas desde su domicilio. MARA VILLAMUZA

Si en Gijón y en Oviedo los parques infantiles estuvieron cerrados desde ayer al público, en Avilés, los niños tuvieron la opción de disfrutar de uno de sus medios preferidos, aunque en esta ocasión, la afluencia fue escasa o nula. Los más pequeños apenas se dejaron ver por las calles avilesinas en su primer día sin tener que acudir a los centros educativos ante las medidas adoptadas por el Principado de Asturias para frenar la expansión del coronavirus.

La mayoría de padres, tíos o abuelos, que se encargaron del cuidado de sus hijos, sobrinos o nietos, optaron por pasar el tiempo en casa. "Tenemos que ser precavidos, hay que adaptarse a este momento tan difícil y aunque ellos no lo entienden, es nuestra obligación", comentó Raquel Gómez señalando a la pequeña Sheila Iglesias junto al parque de La Exposición a primera hora de la tarde. La avilesina indicó: "Solo hemos salido para hacer un recado" antes de regresar a su domicilio.

La mañana para César Castro y su sobrino Íker estuvo marcada por la improvisación de tareas educativas domésticas. A través de una pizarra, César realizó "un planing para que él continúe aprendiendo cosas y también para que no pierda la práctica de otras muchas que ya ha aprendido y que no queremos que pierda", relata mientras hace sus previsiones de cara a los próximos días. Mientras conversa con su hermano Sergio, preocupado por cómo está su hijo, ambos creen que "en los próximos días seguramente no podamos siquiera salir a la calle ni dos minutos". La preocupación es máxima.

También en Luanco, José Luis Marañón junto a su nieto Guillermo, fue uno de los pocos que se dejó ver en el parque gozoniego. Un espacio irreconocible ante la ausencia de niños. "Salimos con la mayor precaución, vimos que no había casi nadie en esta zona y decidimos quedarnos para que juegue un poco porque con mi edad -tiene 76 años- si hubiera mucha gente no me atrevería a estar aquí", detalló con sinceridad. Marañón es consciente de que "es el momento de hacer caso y evitar aglomeraciones". En la comarca avilesina ya se observa con notoriedad la concienciación de los ciudadanos ante el COVID-19.

Los parques castrillonenses estaban también totalmente vacíos. Lo más llamativo era la soledad de la plaza de Europa de Piedras Blancas, un lugar en el centro de la capital que bulle de actividad infantil en los días de buen tiempo sobre todo en vacaciones escolares. "He salido a comprar, pero mis nietos han quedado en casa. No se lo que aguantarán, pero así son las cosas. Dicen que los niños no pueden estar con los abuelos, pero vivimos en el mismo piso", señaló Gloria Fernández en una solitaria calle de Salinas.

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