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Gijón adelantó el estado de alarma: parques precintados y centros públicos cerrados

El cierre de todas las instalaciones municipales se completa con el precinto de parques y aseos públicos, la retirada de líneas del bus y restricciones en las bodas en el Ayuntamiento

Ana González, alcaldesa de Gijón, no esperó a escuchar al Presidente Sánchez anunciar el estado de alarma en Gijón. A primera hora de la mañana, el Ayuntamiento gijonés ponía la ciudad en cuarentena con una ampliación de las medidas preventivas tomadas el lunes y que suponían el inmediato cierre de todas las dependencias municipales. Desde ayer a las dos de la tarde, y durante un mínimo de 14 días naturales, están cerrados todos los centros municipales integrales, las decenas de instalaciones deportivas del Ayuntamiento, las bibliotecas, los museos locales, el Jardín Botánico, las zonas de juegos infantiles y de práctica deportiva de personas mayores en los parques y los aseos públicos. Lo que empezó con el cierre del teatro Jovellanos, los centros sociales de mayores y las salas de lectura se ha extendido a toda la red municipal de espacios dedicados al ocio, la cultura, el deporte y la atención administrativa al ciudadano. Pero no sólo. Tanto el rastro como el popular mercado ecológico de la plaza Mayor no se celebrarán este fin de semana. Y las parejas que tienen hora para casarse en el Ayuntamiento estos días ya saben que el número de personas que podrán entrar en el salón de recepciones para participar en el evento se limitará a diez.

Si el Principado cerró los colegios y la Universidad los campus, el Ayuntamiento ha cerrado las escuelas infantiles de 0 a 3 años mandando a casa a los niños y niñas pero también a las educadoras y da por suspendidas las actividades de los talleres de empleo, las escuelas taller y la Escuela de Segunda Oportunidad, que se desarrollan en la Agencia Local de Empleo. El Ayuntamiento dedicará estos días a ejecutar limpiezas intensivas en todas esas instalacions cerradas a cal y canto para los gijoneses.

Las restricciones también llegan al transporte urbano. En principio se han suspendido totalmente los servicios nocturnos, los conocidos "búhos" y la línea 34 con itinerario por la noche hasta El Musel, pero la presencia de autobuses de Emtusa en la calle se ajustará a la baja según la demanda. Todos los autobuses se desinfectarán a diario y se dejarán vacías las primeras filas para mantener una distancia de seguridad entre usuarios y conductor. Otro dato a tener en cuenta: los operarios de la Empresa Municipal de Aguas (EMA) que se encargan de la lectura de los contadores no entrarán en los domicilios particulares si no que dejarán cuestionarios en los buzones para que se devuelvan debidamente cumplimentados a la empresa.

Los diferentes servicios municipales limitarán al máximo la atención presencial al ciudadano y la que se haga se apoyará en la cita previa, el respeto a la distancia de seguridad y el espaciado de encuentros para evitar aglomeraciones. El Ayuntamiento y sus empresas también ha fijado instrucciones de trabajo para sus cerca de tres mil empleados.

También están cerrados espacios culturales y equipamientos museísticos privados, como el Evaristo Valle y la gran parte de las galerías de arte de la ciudad, o del Principado de Asturias, como el museo Barjola, el teatro de la Laboral o LAB Centro de Arte. La ciudad no se queda al margen, tampoco, del cierre de la actividad judicial salvo urgencias. De hecho, la Junta de Jueces solicitaba el cierre del Palacio de Justicia de La Bohemia, por el que pasan al día unas mil personas, y elementos de protección para el personal de Guardia Civil que lo custodian. Al Gijón "cerrado" se fueron sumando anuncios de todo tipo de colectivos sociales. Incluidos los cuatro grandes clubes sociodeportivos -Grupo Covadonga, Santa Olaya, Regatas y Tenis- cuyos presidentes mantuvieron una reunión extraordinaria.

La preocupación se dejó sentir con fuerza entre comerciantes y hosteleros. Muchos de ellos optaron por el cierre voluntario. "Si cierro, temo no poder volver a abrir", decía Sonia Vega, la encargada de "El Alboroto", uno de los bares de la calle Santa Rosa ."He tenido siete clientes en toda la mañana, los cuento con los dedos de las manos", añadió. El golpe se notó en la calle Corrida. A medio día, todas las terrazas de una de las vías más concurridas de la ciudad estaban desiertas. Para Javier López, del Mayerling, "a este ritmo es complicado seguir".

Este establecimiento cocina alrededor de 70 pinchos para toda la mañana. Ayer, hicieron una tercera parte. "El descenso es brutal", añadió López resoplando. Corín Gonzalo trabaja en un kiosko de la misma vía. "Se nota el descenso una barbaridad. Hay clientes que devuelven las gominolas si perciben que otros las han tocado con las manos", dijo la responsable del local. "El gran problema es para los autónomos. Los gastos se mantienen, pero las ventas no. Muchos hosteleros ya estamos al límite", lamentó David Tejerina, de la sidrería Canteli, en la calle Almacenes.

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