A las doce de esta mañana un grupo de guardas de seguridad del recién renombrado Parque Principado bloqueaba con unos postes y unas cintas los pasillos de este centro comercial, el mayor de Asturias. En el interior solo quedaban algunos de los trabajadores y algún que otro despistado al que el cierre, para evitar aglomeraciones y así combatir el avance del coronavirus, le había pillado con el pie cambiado.

La imagen era inédita para un sábado por la mañana. "Generalmente estamos aquí trabajando tres compañeros, hoy estoy yo sola, otros sábados la terraza está llena hasta atrás y más haciendo buen día como hoy, pero hoy no hay nadie", señalaba la trabajadora de una cafetería mientras echaba la persiana de su establecimiento a las doce en punto.

Entre los empleados del centro comercial había alguna que otra cara larga, muchas de resignación y también expresiones de comprensión. "Es lo que hay", decía otra trabajadora mientras recogía sus cosas en la tienda en la que trabajaba, "más vale así para parar esto, que sea por la salud de la gente".

Otra imagen peculiar era la del parking de este inmenso centro comercial. Estaba totalmente barrido desde ya primera hora. Solo poblado por algún que otro comprador de los dos supermercados que alberga este gigantesco inmueble. El vacío lo rompían los autobuses municipales que incansables llegaban a su parada, estacionaban, abrían sus puertas, pero del interior del vehículo no salía nadie. Tampoco se montaban viajeros.

A las doce y media el centro comercial estaba prácticamente barrido y sin posibilidad de pasear por los, normalmente, abarrotados pasillos.