Asturias amaneció ayer con un sol de justicia. Una mañana (a la tarde el tiempo se torció) que invitaba al esparcimiento y no a encerrarse en casa. Sin embargo, al contrario de lo que hubiera sido un domingo normal, las calles de la región se mostraban prácticamente vacías. La soledad impuesta a la vía pública para frenar al coronavirus solo la rompían algunas colas -en algunos casos bastante largas- delante de panaderías o kioscos, y la presencia de bastantes perros que sacaban a sus dueños de la clausura. Pero la Asturias vaciada por el coronavirus no perdía el humor. "Yo esto de que esté todo cerrado lo llevo malamente, deberían de haber puesto unos servicios mínimos también para los bares", señalaba con sorna José Antonio Areces.

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Areces hacía, sobre la una de la tarde, cola frente a una panadería de la calle Valentín Masip de Oviedo, guardando religiosamente la distancia de más de un metro y medio con el resto de los clientes del establecimiento -uno de los pocos que estos días de reclusión pueden abrir sus puertas al vender alimentos de primera necesidad- para prevenir los contagios. En ese momento la cola daba la vuelta a la esquina de la calle, más que nada por la estricta distancia de la clientela. La escena descrita ocurrió en el centro de Oviedo, pero se repetía en Gijón y en Avilés. Comprar el pan era la excusa perfecta para tomar un poco de aire. En concreto, el establecimiento ovetense estaba lleno de carteles pidiendo a los clientes mesura, precaución y paciencia para evitar los contagios. "Hemos puesto unos paneles de protección para las trabajadoras que están muy expuestas y queremos protegerlas lo máximo posible, y tenemos establecido que dentro de la tienda no pueda haber más de seis personas", dice María Eugenia Blanco, dueña de la panadería. Y lo más importante:

-¿Cumplen los clientes con las medidas de seguridad?

-Sí. La gente se está comportando genial ya desde el primer día que pusimos los carteles y establecimos las limitaciones.

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Así se vivió en Asturias la primera jornada del estado de alarma por el coronavirus

Si comprar el pan se convirtió en un subterfugio contra el aislamiento, sacar al perro -y en Asturias, recuerden, hay ya más mascotas que menores de 25 años- era la escapatoria perfecta para estirar las piernas. Las del can y las de ellos mismos. "El que tiene un perro estos días tiene un tesoro", decía un vecino de Oviedo. Vista la fuga de agua, el Gobierno nacional matizó ayer por la tarde que los perros tienen que salir lo justo. A hacer sus necesidades y de vuelta para casa a seguir con el encierro.

También abundaban en las calles policías locales de patrulla dando el alto a aquellos que paseaban o andaban en bicicleta. Especialmente, en zonas consideradas de alta densidad los domingos como el parque de Invierno de Oviedo o el muro de San Lorenzo de Gijón. Zonas de recreo que estaban mucho más vacías de lo habitual, aunque las autoridades tuvieron que regañar a unos cuantos. La Guardia Civil también se apostó en algunas vías de alta densidad como la salida a la Meseta -a la altura de Mieres- parando a conductores para preguntarles su destino y el motivo de su viaje. Si las respuestas eran vagas, faltas de respeto o directamente desobediencias claras, éstas se traducían en sanciones. Algunas de hasta 2.000 euros.

Ramón Álvarez lleva 32 años trabajando en Oviedo como taxista. Era el único aparcado en ese momento en la parada de la calle Federico García Lorca de la capital. "Nunca había visto un día tan tranquilo", dice. Casi no ha bajado la bandera. "Ahora me iré para casa y allí estaré encerrado todo el día", reconoce. Los autobuses pasan también vacíos o con muy pocos pasajeros. Jesús Díaz, un conductor de la línea urbana de Oviedo, espera en Uría para empezar su turno. "Al principio la gente no se lo tomaba muy en serio, ahora ya sí", señala. "Ayer, por ejemplo, llevé solo como a veinte pasajeros, la mayoría gente que venía de trabajar, cuando un sábado por la tarde normal hay más de quinientos", agrega.

Ya por la tarde, apenas se detectaba el tránsito de los camiones que iban a suministrar a los supermercados, para evitar hoy el desabastecimiento. Y el que más y el que menos salía a la ventana para tomar una bocanada de aire. Así que, primer día superado en la Asturias vaciada por el coronavirus.