Atrapa a un ladrón es una película rodada en estado de gracia por un genio en período vacacional.

No pretende ser más de lo que es: un divertimento lustroso con el que Mr. Hitchcock se tomó un pequeño respiro antes de continuar facturando obras maestras. Se nota en cada imagen que el Maestro estaba relajado y con ganas de pasárselo bien: un paisaje amable (hoy un tanto morboso por albergar las carreteras donde la futura Gracia de Mónaco perdió la vida), un reparto guapo con el que sentirse cómodo, una trama liviana que podía narrar con el piloto automático puesto. Es, sin lugar a dudas, la película con más existencias de glamour en una carrera que casi siempre se mantenía alejada de esos territorios, muy poco propicios para su forma de hacer cine.

Hay en la forma de dirigir de Hitchcock una especie de delectación perversa a la hora de mostrar las grandes mansiones, las localizaciones de postal, los vestuarios espectaculares, el lujo por el que se mueven los protagonistas, las joyas que brillan en pieles lustrosas... Juego de máscaras y carrusel de disfraces, rifirrafes sensuales y delitos felinos: Atrapa a un ladrón atrapa al espectador desde el principio. con su fotografía de colores tersos y sus movimientos de cámara elegantes y plácidos, con los que se sigue a un Cary Grant tan irresistible como siempre y a una bellísima Grace Kelly que compensaba sus limitaciones como actriz con su capacidad para dejar traspuesta a la cámara.

Su romance de fuegos nada artificiales da lugar a algunos momentos antológicos, sobre todo esa escena sinuosa y de lánguida lujuria en la que Grace, antes de despedirse de Grant en la puerta de su habitación, le da un beso leeeeento y suaaaave capaz de derretir (aún más) el Polo Norte. Contaba el Maestro que esa escena era el equivalente sugerente y elíptico de otra más burda y explícita en la que estaba pensando, y que conecta con su particular y a menudo discutible forma de visualizar a un rancio estereotipo femenino en sus películas: la mujer rubia, gélida y distante que, nada más subir al coche con su acompañante, le baja la cremallera de la bragueta y se pone a actuar.

A pesar de su tono, amable y luminoso, Atrapa a un ladrón también deja escapar algún toque sombrío (la escena del funeral, seca y violenta en su enlutada conclusión) que pone una guinda amarga a la tarta, a la que habría que añadir ese final aparentemente feliz, pero que el cineasta consideraba uno de los más crueles de su carrera: detrás de la dichosa pareja estabala madre de ella... y futura suegra de él.

ATRAPA A UN LADRÓN “To Catch a Thief” (1955)

Duración: 97 minutos.

Dirección: Alfred Hitchcock

Guión: John Michael Hayes (Novela: David Dodge)

Música: Lyn Murray

Fotografía: Robert Burks

Reparto: Cary Grant, Grace Kelly, Brigitte Auber, Jessie Royce Landis, John Williams.