El coronavirus ha llevado la omnipresencia de Dios, en plena crisis sanitaria, al ámbito de las redes sociales. Párrocos de Avilés y Gijón celebraron ayer sus oficios dominicales a puerta cerrada pero, con retransmisión virtual, a través del ojo que todo lo ve: Facebook. El párroco de San Nicolás de Bari, Alfonso López, no abandona a sus fieles y para hacerles más llevadero el confinamiento en casa ha puesto en marcha una iniciativa que les permite seguir diariamente la misa desde la red social de la parroquia. "Es una misa a puerta cerrada en la que sólo estamos el sacristán, Juan Carlos Fernández, y yo. Se puede seguir en directo y luego queda colgada hasta un rato antes de la siguiente celebración", explica. Los oficios pueden verse en directo diariamente a las 19.00 horas; los sábados, a las 20.00 y los domingos, a las 12.30 horas. "De la misa del sábado creo que tuvimos unas 1.400 visitas. Nos han llamado agradeciendo la iniciativa avilesinos que residen en Madrid e incluso de una residencia de ancianos de Lérida", señaló López. La del domingo, cinco horas después de su celebración llevaba 800 visitas.

"Desde la parroquia queremos ayudar a todas las personas que lo necesiten. Yo estoy en el despacho parroquial desde la nueve. También hemos puesto en marcha una iniciativa para fomentar la solidaridad. Consiste en que los ciudadanos más jóvenes, cuando van a por el pan u otros alimentos, pregunten a sus vecinos mayores si necesitan algo", indicó López.

También en San Pedro

"Os mando un codazo; podéis ir en paz". Mirando a cámara, con la iglesia vacía y acompañado de un equipo improvisado de producción y realización, el sacerdote Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro en Gijón, ofició así su primera misa sin la presencia de fieles. Se emitió en directo a través de Youtube, un "apaño" para poder cumplir con el confinamiento indicado para estos días pero que, en realidad, ya se empezó a desarrollar hace meses, para poder atender a los usuarios con mayores problemas de movilidad de la residencia de ancianos de Cimavilla y feligreses que tienen su primera residencia en Madrid.

La parroquia dispone de cuatro cámaras, un pequeño estudio de realización, micrófonos inalámbricos, proyectores y hasta un puntero láser para ayudar a leer a los más pequeños. "Hay que renovarse", presume Gómez.

El sacerdote ofició primero la misa del mediodía, dedicada a los niños, con la ayuda de música enlatada y el apoyo de los catequistas Aurora Llavona y Enrique Palomo. La primera pronunció las lecturas que de normal leería alguno de los pequeños y el segundo pasó las diapositivas del proyector. Entre bambalinas, por su lado, estaban Iván Palomo y Diego Villán, de 19 y 24 años, los encargados de ir cambiando los planos de cámara, subir o bajar el sonido y activar el directo. También manejan los datos de audiencia, que ayer batió récords. "Tuvimos más de cien reproducciones, esto casi no pasa ni en la misa del gallo", reconoció Palomo.