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La respuesta española al virus asusta en China: "Aquí se ganó tomándoselo en serio"

Españoles que vivieron la reacción asiática a la pandemia no entienden la demora de las medidas y ven "diferencias brutales" entre las dos tácticas

Lorena Sánchez, Esteban Liang y sus hijos, Jorge y Carmen, en un avión, a finales de enero E. L.

En Shanghái, ayer, en un gesto impensable hace algunas semanas, Esteban Liang, Lorena Sánchez y sus hijos Carmen y Jorge pidieron pizza a domicilio para cenar. En el ticket que les entregaron venía un certificado de la temperatura de la persona que la hizo. No tenía fiebre. La anécdota la cuenta él mismo, español de origen taiwanés residente en China, para ilustrar su convicción de que el gigante asiático ha contenido la pandemia del nuevo coronavirus a base de tomársela en serio, y de que no baja la guardia ni siquiera ahora que después de casi dos meses de pesadilla está empezando a ser posible relajar las precauciones y pedir pizza para cenar. Cuando se la mira a distancia desde el primer foco de la plaga, en cambio, la versión del estado de alarma decretada en España genera cierto estado de alarma. Por la demora en la adopción de medidas drásticas, por algunas actitudes de respuesta ciudadana, por las "ridículas" reticencias de algunos gobiernos autonómicos? "Hay unas diferencias brutales".

Esteban Liang se crió en Madrid, trabaja para una empresa de moda italiana y lleva doce años en China. Vive a caballo entre Shanghái y España con su mujer, Lorena Sánchez, también española, ingeniera industrial, y sus dos hijos y entra en cierto estado de alarma al conocer las medidas del Estado de Alarma español y compararlas con la estrategia china de acometida contra la propagación del COVID-19. Allí, la llegada del virus se encontró, según su experiencia directa, con "un Gobierno central muy fuerte que tomó decisiones en cuanto comprobó que el problema era muy serio" y con un cuerpo social "concienciado, que tuvo muy claro desde el principio que había que seguir las órdenes a rajatabla". Así pasó lo peor. Aquí, alguien que ha asistido a la detención de la pandemia en China observa que, también en esto, "España es diferente". Liang, que conoce bien las dos culturas, ve en la versión española de la alerta por coronavirus "demasiadas maneras de escapar" de la exigencia de confinamiento. "Que si puedes ir a la peluquería, o sacar el perro, que hay gente que coge el coche y se va a la Sierra... Parece que no se está entendiendo que esto es una cosa muy seria" o que respetando directrices innegociables es como China ha vencido al virus. Y "ha sido muy duro", resalta. "Los colegios llevan dos meses cerrados y probablemente seguirán otro más. Pero aquí existe la sensación de que el sacrificio ha merecido la pena, la gente sabe que todo se ha hecho por su seguridad y la confianza y optimismo crece".

"Se habla mucho de que ha sido un gobierno autoritario comunista", pero a Esteban Liang le parece desde dentro más un asunto "cultural. Aquí en Asia prima el sentido colectivo por encima del individuo. El bien común es lo más importante, puede que en Occidente sea exactamente al revés. Está muy bien que estemos orgullosos de nuestras libertades muy bien, pero en un momento como éste nos cuesta más aceptar o entender ciertas medidas". Por no hablar del espectáculo "ridículo" de los presidentes autonómicos vasco y catalán quejándose de una supuesta invasión de competencias. Porque el ejemplo chino es el de "un Gobierno fuerte" que dictó instrucciones ante una emergencia grave, incluido "un esfuerzo logístico importantísimo" para llevar la comida a casa a una población de once millones de personas en Wuhan, o para atender a miles de infectados, y una población "que no ha rechistado. Y ahí están los resultados. Están a punto de vencerlo".

España, viene a decir, desaprovecha la ventaja del ejemplo lejano de China y del más próximo de Italia. Liang invita a considerar un dato, cuando se cerró Wuhan tenía proporcionalmente menos infectados que Madrid. Pero allí el cierre fue brutal, la ciudad entera sin salir por ninguna razón". Habiendo visto China e Italia, remata, "no entiendo que se hayan autorizado manifestaciones?". "Sólo hay que ver las fechas para darse cuenta de que ha actuado tarde. Cuando ya había cerca de veinte muertos se permitieron concentraciones con miles de personas, partidos de fútbol, un mitin político?" Mientras tanto, en el primer foco chino del nuevo coronavirus, la expansión del patógeno retrocedía. El país se va abriendo paulatinamente, relata Esteban Liang, y tanto ha cambiado todo en tan poco tiempo que ahora China es un refugio.

Su esposa volvió de Madrid hace tres semanas y los aviones iban casi vacíos. "Ahora es al revés, los aviones llegan abarrotados. Y te reciben veinte o treinta personas con trajes de protección, te preguntan todo, te analizan y te clasifican en un proceso que dura dos horas. Pero es que no quieren que nadie reactive la pandemia. China es un búnker, va camino de ser el sitio más seguro del mundo".

Sin salir de su asombro recuerda, hablando de viajes y de tomarse las cosas en serio, el que hicieron en sus vacaciones previas al Año Nuevo chino. La pandemia empezaba y llegaron a Madrid, recuerda, sin ningún problema, preguntándose "cómo era posible que en China hicieran controles de temperatura en cada edificio y en España ni uno solo".

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