Los asturianos han arrasado en los últimos días las estanterías de los supermercados y de las tiendas de alimentación. Pero, para llenar la despensa en la ciudad, el campo tiene que trabajar. Y así lo harán numerosos profesionales dedicados al sector agroalimentario, productores de carne, de leche, de huevos, de miel, de fruta u otros alimentos.

En el sector ganadero hay cierta incertidumbre, aunque el trabajo diario en las granjas se mantiene y, por ahora, tanto el servicio de materias primas como la recogida de la producción están garantizados. Es el caso del ganadero de Cangas del Narcea Avelino Álvarez, quien vende sus terneros a una cadena de supermercados. Asegura que por ahora lo que les han trasladado es que el funcionamiento seguirá siendo el mismo. "Parece que se está matando como siempre y que no hay problema para poder mandar a los animales al matadero", explica. No obstante, no esconde la incertidumbre que existe en referencia los trámites burocráticos que se necesitan realizar en una explotación ganadera, de los que por ahora se han paralizado los plazos.

En los productores de leche también se mantiene la normalidad. Emilio González, ganadero de Tineo, explica que su única variación es que no sale de su granja. Su preocupación está en que pueda haber problemas de abastecimiento en forrajes o piensos o que haya un problema en la fábrica de leche y que dejen de recoger la producción. "Esperamos que eso no llegue a pasar porque sería catastrófico, la puntilla definitiva a un sector que vive continuamente en crisis".

Algo peor le va a José López Cortina, que tiene una ganadería ecológica asturiana en Vidiago (Llanes) formada por 300 animales, entre vacas, yeguas, ovejas y cabras. De ellos, debería vender entre 60 y 70. Dos lotes importantes, de corderos y cabritos, estaban apalabrados con los restaurantes de la zona, pero la venta ha sido rechazada. El 99% de su producción va al sector servicios, y esa será su pérdida. "No los venderé y tendré que seguir alimentándolos; según vayan cogiendo peso, pasarán de ser lechazos a corderos mayores u ovinos adultos. La pérdida será notable", asume. El ganadero de El Franco José Manuel Martínez Reinal explica que, de momento, mantiene su actividad ganadera con normalidad, aunque extremando las precauciones higiénicas "Los servicios básicos están cubiertos", indica, al tiempo que precisa que Central Lechera Asturiana le recoge la leche con normalidad y también cuenta con suministro de piensos. En cuanto a los servicios veterinarios, lo único que les han pedido es que se informe si hay un positivo entre las personas que trabajan en la explotación, para extremar las medidas. Además de la producción láctea, Martínez Reinal cuenta con un negocio de importación de vacas y, por ahora, ha paralizado la actividad. De hecho, tenía previsto un viaje este miércoles a Francia, que ha preferido cancelar. "Podríamos hacerlo pidiendo la solicitud a la Cámara de Comercio, pero por prevención, pues mi madre es mayor y vive en casa, preferí quedarme en casa", explica.

José García, con carnicerías en Candás (Carreño), Luanco (Gozón) y Avilés, se ha enfrentado a la alta demanda de productos en los últimos días. Dispone de surtido propio y también compra en el matadero de Avilés. "Estamos haciendo lo que podemos estos días para procurar no quedar sin existencias", confiesa. En cuanto a la demanda de los clientes, dice que "piden de todo, tanto ternera como pollo o cerdo". Ayer, el establecimiento de la calle Braulio Busto de Candás estaba lleno de clientes en busca de alimentos con los que surtir su nevera para esta cuarentena.

Otro producto de alta demanda son los huevos. La distribución desde Boal es una locura desde que se decretó el estado de alarma. La productora de huevos de gallinas criadas en libertad Noelia García asegura que están "saturados" de trabajo. "Se pide el triple de lo habitual", indica esta empresaria, que abrió su granja en 2003. Los clientes (la mayor parte, tiendas pequeñas) suelen pedir huevos en un mismo pedido para una semana, "pero ahora, con pedidos grandes, el jueves ya no tienen".

La empresa puede distribuir los productos con normalidad, si bien la persona que hace el reparto, que no es la que atiende esta granja boalesa, tiene que cumplir con unas medidas: llevar guantes, utilizar gel antiséptico y mantener una distancia mínima de seguridad con otras personas. Para evitar que mucha gente entre en contacto con el móvil a través del que se firman albaranes, es el propio repartidor el que firma la entrega y la recepción. "Abasteceremos de todo mientras podamos", dice Noelia García, quien explica que hay más demanda no solo de huevos, sino también de setas, fabes, patatas y cebollas. Ayer repartieron sin problemas en Avilés y Gijón.

El alcalde de Taramundi, César Villabrille, regenta un negocio de producción de huevos, que cuenta con tres empleados. Dice que la actividad continúa con "normalidad", si bien se están adoptando "medidas preventivas". "Se usan guantes para todo y tomamos las máximas medidas de desinfección e higiene. Además, en el reparto intentamos el mínimo contacto con la gente", explica.

Galletas para la despensa

Lo dulce no falta en las despensas, menos estos días que se deben pasar en casa. En la fábrica de galletas La Triunfante, en Grado, no dan a basto. Han tenido que aumentar hasta un 30% la producción por la gran demanda que se está produciendo. Lo cuenta Covadonga López-Acevedo, una de las propietarias de la compañía. "La semana pasada fue un verdadero agobio. Era llegar a los estantes y ya se agotaban. Trabajamos a destajo", relata. Por el momento, la venta no hace más que aumentar, aunque López-Acevedo entiende que "en algún momento parará, la gente llevó mucho de golpe".

Allí todos sus trabajadores lo hacen en jornada continua y al habitual traje de seguridad, cofia y guantes se ha añadido la mascarilla: "Es la novedad. El resto nos lo exige de siempre Sanidad", subraya.

El contexto, aunque complejo, no está siendo tan complicado para ellos en lo relativo a restricciones. No han tenido problemas en la recepción y transporte de mercancías, ni tampoco para la venta de las suyas: "No están comprando los clientes de siempre, pero se vende más. Eso es lo que se nota".

De momento, tampoco han adoptado medidas como dividir los grupos de trabajo para evitar que algún contagio les obligue al cierre. "No se han dado casos en amigos o familiares, nada en el entorno, así que de momento seguimos igual", concluye López-Acevedo.

La miel del campo cotiza al alza en la ciudad, más en época invernal, ya que ayuda a prevenir el catarro. Muchos no quieren estar estos días sin un bote en casa. La empresa productora de miel Reinastur, de Grado, está a pleno rendimiento, con sus instalaciones abiertas. Con mil colmenas en su haber, el socio mayoritario, Mario Pérez, admite que "no notamos un repunte de la demanda. Eso pasará dentro de unos días".

Con todo, Pérez dice estar "muy preocupado" por la crisis sanitaria del coronavirus. "Hace más de quince días que hice acopio de comida para mi familia porque lo veía venir", comenta. Y critica duramente el comportamiento de políticos y de la población en la gestión de esta crisis. "Ahora el gran problema es ir al supermercado, porque hay muchísima gente y no se desinfectan los carros. Nosotros hacemos hasta el pan en casa", dice. En cuanto a las medidas adoptadas en su empresa, concreta: "Atendemos a los clientes de uno en uno. Y los trabajadores no pueden coincidir dos a la vez en la nave". Todo, para intentar protegerse del coronavirus y proteger al resto, procurando mantener el abastecimiento de miel.

Tino Rodríguez produce miel en Bricia (Llanes). Tiene veinte colmenas. "No tenemos problemas en cuanto al desarrollo de la apicultura, pero sí tenemos restricciones para continuar con el trampeo de la velutina, que es la que nos ha dado de lleno y que es lo que no están apoyando como deberían desde la Administración", lamenta.

En el espacio donde él produce miel tiene dieciséis trampas, "y no podré mantenerlas porque los productores que utilizamos la apicultura como complemento a la economía familiar, los que no somos profesionales, no estamos legislados y no podemos salir de casa; todo lo que está legislado no nos aclara cuál es nuestra capacidad de movimiento", lamenta.