El mercado del Fontán, en pleno casco histórico de Oviedo, sigue funcionando estos días. Los clientes han bajado pero los comerciantes mantienen su actividad para dar servicio a los vecinos. Eso sí, desde la gerencia del mercado se ha decidido modificar el horario que se reduce, así solo permanecerá abierto entre las 9.00 y las 15.00 horas. Además se ha pedido a los clientes que mantengan todas las medidas de seguridad marcadas por las autoridades como respetar la distancia de seguridad o abonar las compras con tarjeta de crédito o débito siempre que sea posible.

Ayer por la mañana el Fontán presentaba un aspecto extraño, pocos clientes, muchos de ellos con mascarilla, y mucho silencio, mucho más de lo habitual.

Uno de esos clientes, José Caso, ha organizado en su protocolo diario una visita al mercado. "Llamo por teléfono para que me preparen lo que necesito y vengo a buscarlo, así estoy en la calle el menor tiempo posible", explica. Caso dice que vive la situación "con tranquilidad". Este vecino sale de casa "a tiro fijo". Mercado, farmacia, estanco y para casa.

El que le ha preparado hoy el pedido es Joaquín Santurio, carnicero del Fontán, que tiene muy claro que "lo menos importante ahora mismo es vender". Santurio lleva semanas tomando medidas de precaución. "Tengo un hijo en Alemania y me concienció desde hace mucho tiempo, hay que extremar la higiene y la conducta", dice. El carnicero y elaborador lo repite una y otra vez, "hay que preocuparse por la salud, no por la economía", dice, y añade, "los que somos población de riesgo tenemos claro que si nos pilla el bicho puede que no salgamos de esta pero tenemos que pensar en nuestros hijos y nuestros nietos". En su puesto, como en todos los del mercado, han bajado mucho las ventas, "y tiene que ser así, la gente tiene que quedarse en casa". En su opinión "los comerciantes no nos debemos enfadar, la gente no debe salir de casa salvo a cosas muy concretas y urgentes". Mientras Santurio reflexionaba de la actualidad, la Unidad Militar de Emergencia se desplegaba en Oviedo, "está el ejército en la calle, esto no es ninguna broma, es muy serio y debemos cumplir todo lo que nos dicen y dejar trabajar a los profesionales". El carnicero tiene previsto cerrar su puesto en los próximos días, "llevo 20 años sin coger vacaciones así que unas semanas de descanso me vendrán bien".

En el otro extremo del mercado ovetense, los trabajadores de Pescados Tito, atienden a los pocos clientes que se acercan al mercado. Muchos de ellos ya han hecho su pedido por teléfono y otros piden que se lo lleven a casa. "Nos dicen que se lo dejemos a la puerta, ni siquiera nos abren", explica Francis Fernández. Esos clientes, la mayoría conocidos, les dejan el dinero después de recoger el pedido o les dicen que ya les pagan en otro momento. Eso sí, "la clientela, entre la que hay mucha gente mayor del Oviedo Antiguo, ha descendido mucho".

La pescadería está perfectamente abastecida. Los trabajadores siguen acudiendo a diario a la rula de Avilés y siguen encontrando todo tipo de pescados, "incluso más porque el tiempo es bueno para salir a la mar". Y un añadido, los precios siguen siendo los mismos.

Junto a la pescadería, está el puesto de Frutas Tomás, que atiende Matilde Sánchez. La frutera coincide con su colega pescadero en que "el abastecimiento está garantizado". Ve el mercado "medio vacío, demasiado tranquilo" aunque cree que "en la calle hay mucha más gente de la que debería". Matilde ya se plantea cerrar el puesto la próxima semana. "Tendremos que tirar de ahorros", se lamenta.

Y cerca del Fontán, en la calle Mon, Fina Clemente sigue al pie del cañón en su tienda de ultramarinos para abastecer a sus vecinos. Ni el coronavirus puede con ella, una mujer de 91 años que sigue tras el mostrador de un establecimiento que lleva abierto en Oviedo nada menos que 115 años. Fina ha pasado por tanto que no se asusta, aunque prefiere no recordar tiempos en los que las cosas estaban tan mal como ahora, o peor, "no me acuerdo", dice. La mujer cree que esta crisis "hay que llevarla como vino". Para ella su clientela, la de toda la vida, "está respondiendo muy bien", igual que los proveedores. La tendera tiene de todo aunque reconoce que tiene miedo a que se acaben algunas existencias, "pero de momento estoy arreglada", asegura