"Muy preocupadas porque la mayor parte de las personas que atendemos cada día viven en la calle y no podemos ni salir a verlos". Marisela Cueto, responsable de la Cocina Económica de Gijón, no oculta la "enorme dureza" de la situación que está viviendo la casa, que en días como el de ayer despachó "218 servicios de comida y cena". Eso sí, con cambios en su forma de funcionar: a los usuarios se les facilita un táper con comida y una bolsa con una cena fría, un solo reparto cada jornada para simplificar el proceso. "Cerramos el comedor porque no se podía garantizar la distancia de seguridad, y así solo tienen que venir una vez al día y evitamos aglomeraciones", explica la religiosa.

Las cifras de atención estos días no han bajado. "Nos duele mucho que no haya más respuestas de las entidades para esta gente", se lamenta Marisela Cueto, quien demanda "soporte urgente para quienes menos tienen, para quienes no tienen ni un techo", como se está haciendo en otras ciudades españolas estos días. De momento, en la Cocina Económica los usuarios están usando el baño para lavarse y asearse. "A todo el que lo pide, le dejamos", constata la hermana, "muy preocupada" porque "son personas que se pasan las 24 horas en la calle y eso los hace especialmente vulnerables". "Los conocemos a casi todos, sabemos sus nombres y sus historias, no son estadísticas y deberíamos poder hacer más por ayudarlos", destaca.

En el Albergue Covadonga, por su parte, han decidido suspender el servicio de reparto de comida en recipientes de plástico porque "no nos resultaba operativo, para las comidas calientes no venía bien", señala la directora, Cristina Avella. Además, como ha bajado estos días el número de usuarios "podemos acomodar a la gente en el comedor guardando la distancia de seguridad, con platos de loza que se higienizan sin problemas".