Las funerarias han de cumplir unas normas cuando les llega un fallecido por coronavirus. Unas normas duras que impiden, entre otras cosas, que el cadáver sea reconocido por ningún familiar. En primer lugar, el cuerpo ha de ser metido en una bolsa sanitaria, biodegradable y de traslado. Cuando esa bolsa se cierra, se limpia con desinfectante de uso hospitalario y una vez hecho esto, se mete en un bolsa estanca que ya no puede ser abierta por nadie bajo ningún concepto. Es por esto que el cadáver no puede ser reconocido por ningún familiar. Lo que sí puede hacer la familia, a continuación, es elegir entre el enterramiento y la incineración.

La familia tampoco puede velar el cuerpo de un fallecido por coronavirus. De hecho, las restricciones en las funerarias durante esta pandemia alcanzan también a los fallecidos por otras causas, puesto que no puede haber más de siete personas a la vez en la sala de velatorio, siempre con una distancia mínima de metro y medio entre ellos.

Esta crisis también ha provocado que se agilicen los plazos para llevar a cabo el enterramiento. El tiempo mínimo que debe pasar por ley entre la muerte y el entierro es de 24 horas, algo que no ha de cumplirse en estos momentos, sea el fallecido por coronavirus o por cualquier otra causa. El Ministerio de Sanidad ha publicado una orden en la que se exige la agilización de todos los enterramientos en España. La única excepción serán las muertes que se produzcan con indicios de violencia. Por lo tanto, en estos momentos no habrá que esperar 24 horas ni para inscribir el fallecimiento en el Registro Civil ni para expedir la posterior licencia de enterramiento.