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Desde mi encierro

Esto va a pintar bien

Hugo Fontela lee, ordena, escribe un ensayo sobre Piñole y confía en "los que se arriesgan" por sacarnos de aquí

Hugo Fontela, en su casa, ante varios autorretratos de Nicanor Piñole. CARMEN FIGAREDO

Hay un hospital enfrente de casa y cada tarde a las ocho, la catártica explosión de autoafirmación colectiva libera aquí mucha más pasión. "Salimos a aplaudir con todas las fuerzas y emoción del mundo". El artista Hugo Fontela (Grado, 1986) pasa las horas con su familia en Madrid, en el retiro forzoso de un pintor sin pinceles. No puede pintar en casa, "soy demasiado expansivo para hacerlo aquí", ni se angustia. La pena de reclusión castiga menos a quien tiene la mente preparada y el hábito de trabajar sin compañía ni horario, en silencio. Por eso intuye que las jornadas pausadas de soledad en el estudio le están ayudando a tomarse esto "con calma". "Quizás me sea más fácil llevarlo por estar acostumbrado a las horas largas en el estudio, mientras pinto o leo, o pongo orden en mis cosas".

Su sensación de que esto va a pintar bien encuentra acomodo al otro lado de la calle. En el frenético trajín del hospital y en la reacción colectiva del pueblo que aplaude. "Estoy preocupado", asume, "pero también tengo una gran confianza en todos los equipos médicos y en las fuerzas de seguridad, y también siento muchísimo orgullo por todo el mundo que con gran esfuerzo está implicándose y arriesgándose para salvar esta situación tan crucial para la salud de todos".

Mientras espera la victoria en esta batalla que se gana en casa, el pintor lee, "bastante", y tiene tiempo para entregarse al orden, una de sus "manías" reconocidas, y a la escritura, dando impulso al "largo ensayo sobre Nicanor Piñole en el que llevo trabajando bastante tiempo". Hace años que reconoció en el artista gijonés a su "asturiano preferido", incluso a aquel en el que, llegado el caso, le gustaría reencarnarse. En casa de esta familia de creadores (su esposa es la también artista Carmen Figaredo), los días sin cuadros están cargados de vidas. ¿Ha dicho leer? Mucho y muy abundante y variado. En su mesita de noche convive un arsenal de páginas diversas con profundidad suficiente para sumergirse y no pensar en lo que va a durar el encierro. De la hondura de "La montaña mágica" de Thomas Mann a las menos reflexivas "Cumbres borrascosas" de Emily Brontë, y de aquí a las memorias de pintores contemporáneos, como Balthasar K?ossowski de Rola, Balthus, o José Moreno Villa... Con este menú al gusto, y aun sin pinceles, Fontela puede proclamar para terminar que "todos debemos quedarnos en casa", que "no hay excusas para no hacerlo".

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