"Ahora vivimos una situación de tinieblas pero, aunque nos lo tape el miedo y la preocupación, la realidad es que más allá de las nubes sigue brillando el Sol y que un virus no lo puede destruir", señaló ayer el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, minutos antes de oficiar una misa en la santa cueva de Covadonga, "espacio "emblemático" y "verdadero altar de Asturias y de toda España", desde el que quiso enviar un mensaje de esperanza: "Hay luz más allá de esta oscuridad".

El prelado subrayó que la Santina "sabe mucho de reconquistas" y está convencido de que, en "esta batalla que nos tiene en jaque" contra el coronavirus, ayudará a los asturianos a "reconquistar la paz, la fe, el cariño y la comprensión". Recordó e hizo suyas las palabras del presidente del Principado, Adrián Barbón, en su mensaje del sábado a los ciudadanos en el sentido de que aún están por llegar en las próximas semanas "momentos duros", pero que al final se ganará la contienda. Sanz Montes pidió a la ciudadanía que respete las normas impuestas por la pandemia y subrayó que el confinamiento decretado por el Gobierno central "no es ni un castigo ni un capricho", sino una necesidad "para salir adelante".

El Arzobispo manifestó su gratitud a todos los colectivos que están en primera línea de batalla frente al virus. Citó expresamente "a todos los sanitarios, médicos, enfermeras y conductores de ambulancias, los taxistas, las fuerzas de seguridad; los periodistas, que ponen en riesgo su vida para ofrecernos noticias veraces y protegernos de los bulos que nos contaminan, y los sacerdotes y las monjas, que están dando ánimos y visitando a los afectados".

En cuanto a la situación de los religiosos y religiosas de la diócesis, cuya edad media es muy elevada, Sanz Montes resaltó que solo se han registrado hasta ahora dos casos, el de un sacerdote de 92 años con patología previa que lleva unos días ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y otro religioso "también muy mayor" que dio positivo en la mañana de ayer.

Sanz Montes, que pidió protección frente a la pandemia "a Dios y a la Santina", viajó a Covadonga el sábado en su coche "solo y con autorización". Pernoctó en su habitación del santuario, se reunió con la comunidad religiosa del real sitio y, a las 11 de la mañana, ofició la misa dominical, ayudado por otros cinco sacerdotes y un niño que hizo de monaguillo.

Al oficio, retransmitido en directo por streaming a través del canal de Youtube del santuario que funciona las 24 horas, asistieron once monjas y una voluntaria del santuario. No hubo escolanos porque se encuentran "en sus casas con sus familias" desde antes de que se decretara el confinamiento general, señaló el Arzobispo. Todos los presentes guardaron las distancias recomendadas por las autoridades sanitarias, de tal forma que cada banco estaba ocupado solo por una monja, y todas ellas colocadas en zigzag. También los sacerdotes ocuparon puestos separados entre sí. Estas distancias solo quedaron rotas, aunque apenas unos instantes, durante la comunión.

Los oficiantes, entre los que se encontraba el abad, Adolfo Mariño, tuvieron al iniciar la misa un recuerdo especial para los afectados por el coronavirus y para quienes los están cuidando. "Que el Señor y la Santina los sigan ayudando", exclamó el abad. Durante la homilía, el Arzobispo lanzó también un mensaje de esperanza: "El horizonte último es un horizonte de alegría".

El máximo dirigente de la Iglesia de Asturias se refirió a la "inesperada" cuarentena impuesta durante la cuaresma y a la situación generada por el virus, "que nos sobrecoge". Sanz Montes concluyó el oficio, en el que por la alerta sanitaria no pidió a los presentes que se dieran fraternalmente la paz, lanzando una súplica a la Santina: "Que ella nos ayude en esta reconquista".