"Desde el viernes por la mañana hasta hoy (por ayer) por la tarde no hemos sabido nada de nuestros familiares". Las familias de los mayores de la residencia El Villar de Piedras Blancas se quejan de la falta de información tras la muerte de una residente de 94 años el fin de semana. La residencia pública gestionada por el organismo autónomo Establecimientos Residenciales para Ancianos de Asturias (ERA) es una de las más afectadas por el coronavirus tras la de Grado. Las familias afectadas han dejado claro que "no criticamos a los trabajadores, solo que no nos informan".

Otros familiares han pasado un fin de semana angustioso, como Ángeles Benito, cuya madre compartía habitación con la mujer fallecida. "Ella tiene 84 años y sin patologías. Cuando me enteré que había muerto la compañera se me encendieron todas las alarmas. Llamé para pedir información y hasta esta tarde (por ayer) no me han dicho nada y no me la dejan ver", señala. "Lo mínimo que pedimos es que no nos mientan, por humanidad. Me dicen que mi madre no tiene síntomas, pero convivió con la mujer que murió", agrega.

"Estamos desesperados. Hay que apuntarse para que te llamen y te digan algo de tus familiares. Solo pudimos saber algo por la psicóloga, que trabaja desde casa. Me han dicho que mi madre está bien, pero el ERA no puede cortar la comunicación con las familias durante tantos días con lo que pasó el fin de semana", reclama Isabel González. "Los residentes también tienen que estar preocupados, no sé lo que les dirán porque íbamos a ver a mi madre todos los días y ahora se preguntará si nos ha pasado algo", añade.

Anticipación

Cuando Pedro Sánchez anunció el confinamiento el pasado 14 de marzo, en el geriátrico de Luanco ya llevaban cuatro días aplicando la medida. "Viendo cómo estaba la situación decidimos adelantarnos", relata el director, Alejandro Suárez. Y sus 92 residentes se lo han agradecido. Ninguno ha tenido síntomas. "Les tomamos la temperatura dos veces al día, cada uno se encuentra en su habitación por precaución y, cómo no, todos utilizamos mascarillas y guantes", relata Suárez. Las visitas también quedaron detenidas desde ese momento. El director celebra que "la calma en estos momentos es total, no queremos meter el bicho aquí, se están tomando todos los cuidados". Los familiares respiran aliviados y todos los días, sin excepción, pueden comunicarse con una videollamada vía Skype con sus seres queridos. "Llaman sin parar porque se preocupan, pero se quedan tranquilos al verlos", comenta orgulloso el responsable del centro.