No hay mayor certeza que la inquietud que provoca la incertidumbre. La expansión de la pandemia de COVID-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, desencadena una única pregunta en nuestras mentes: ¿cuándo remitirá la enfermedad?

Hay dos formas de responder a esa pregunta: una, según la sensación de los equipos asistenciales, que comprueban cada día el número de ingresos y la carga que soportan los centros sanitarios; otra tratando de encontrar indicios con los datos conocidos de comportamientos matemáticos que, sabemos, suelen seguir las epidemias.

Los modelos epidemiológicos son ya muy conocidos. Estiman un ascenso de los contagios hasta que esa escalada comienza a atenuarse a medida que se satura la población que puede contagiarse y se van produciendo recuperaciones. Ese modelo varía en cada enfermedad.

Existen una serie de parámetros específicos para cada caso: cuanto más se conocen, mejor se afina el comportamiento de esa enfermedad. Algunos de esos factores son el Número Básico de Reproducción (que estima a cuántas personas contagia cada infectado), el tiempo de incubación, el número de infecciones iniciales, el tiempo de incubación o el periodo en el que un paciente es infeccioso; pero también el porcentaje de fallecimientos que ocasiona la dolencia, el tiempo que transcurre de media desde que alguien se infecta hasta que fallece, cuántos enfermos requieren hospitalización o atenciones en Unidades de Cuidados Intensivos.

¿Cuál es el principal problema en el COVID-19? Que no conocemos con claridad esas cifras; respecto a la enfermedad causada por este coronavirus nos movemos un poco a tientas en la oscuridad.

Los datos de China o Corea, se han considerado hasta ahora como una referencia para estimar, por ejemplo, el número básico de reproducción, o la proporción de infectados que requieren atención hospitalaria o fallecen.

Los científicos saben que la mayor parte de los infectados por el coronavirus son asintomáticos o sufren dolencias leves, por las que pueden permanecer en sus domicilios. Pero para saber cuántos padecen la enfermedad o están infectados sólo hay una forma: hacer tests.

Analizando los datos de los distintos países se observa que hay grandes diferencias en la relación entre número de enfermos confirmados y fallecimientos, por ejemplo. Gran parte de esas diferencias se deben a la metodología empleada por cada país. Corea del Norte, por ejemplo, ha realizado muchísimos tests (más de 6.000 por cada millón de habitantes), al igual que Alemania (2.000 por millón). Ambos países tienen un bajo porcentaje de fallecimientos. Pero también Italia ha realizado relativamente bastantes tests (3.500 por millón de habitantes) y aun así la mortalidad es muy elevada.

La sospecha de los epidemiólogos es que, principalmente, allí donde hay una elevada mortalidad la razón es que el número de contagiados "ocultos" (aquellos no detectados porque no se les ha realizado un test) resulta también muy significativo. En resumen; parámetros esenciales para poder predecir el comportamiento de la pandemia no están plenamente determinados. Ni siquiera existe una cifra estable para el Número Básico de Reproducción, clave para saber con cuánta rapidez se propaga,

Si quieren jugar a hacer sus predicciones, pueden disfrutar de este modelo de pandemia "a la carta".

El matemático asturiano Juan Luis Fernández, catedrático de la Universidad de Oviedo y director del Grupo de Problemas Inversos, Optimización y Aprendizaje Automático, es uno de esos científicos que día a día tratan de obtener luz sobre la incertidumbre de la enfermedad. Desde la semana pasada actualiza su propio modelo de comportamiento de la pandemia, que no solo incluye criterios epidemiológicos, sino que también trabaja con la incertidumbre de los datos para obtener predicciones.

Él mismo insiste en que "los modelos matemáticos son para trabajar con ellos, no para creerlos"; es decir, son una herramienta para los servicios sanitarios o las autoridades, una forma de asomarse a lo que puede venir. Pero no un pronóstico de adivino con bola de cristal. De hecho, a Juan Luis Fernández le encanta "equivocarse", porque en cada equivocación su modelo mejora al incorporar nuevos datos. Se trata de predicciones que evolucionan a medida que se conocen nuevos datos diarios, son proyecciones dinámicas, pero que sirven de interesante indicador para la población, para evaluar cómo se está comportando la pandemia en España.

La percepción que le indican las curvas de probabilidad de desarrollo de la epidemia es que el "pico" de contagios en Asturias es inminente. La semana pasada ya había pronosticado que se produciría a mediados de esta semana, una predicción en la que de manera reiterada ha insistido el modelo.

Los datos de hoy mismo constatan una importante subida en el diagnóstico de casos en Asturias, con un incremento de 117 nuevos casos, lo que el matemático Juan Luis Fernández considera dentro de la inminencia del pico que pronostica para estos días. Según sus cálculos, el ritmo de ingresos hospitalarios nuevos puede comenzar ya a descender, no así el de ingresos en UCI, que aún tardará unos días.

Juan Luis Fernández, en colaboración con la también profesora de la Universidad de Oviedo, Zulima Fernánez Muñiz, elabora además, siguiendo una técnica similar a la que se emplea en bolsa para predecir el comportamiento de las acciones. El pronóstico se basa en los resultados anteriores. El modelo de Juan Luis Fernández anticipa una inminencia del pico de la enfermedad, aunque llegar a él implicará una escalada de los datos, lo que coincide con el criterio expresado por el Ministerio de Sanidad y la consejería de Salud de Asturias de que "lo peor" está por llegar.

No obstante, a la luz de los pronósticos matemáticos, esa llegada del pico tiene distintos momentos en función de cada comunidad autónoma y especialmente irregular se presenta el pronóstico para Madrid dada la oscilación de los datos. Probablemente la capital de España encare una gran escalada de casos, aunque por segundo día (y así lo pronostica el modelo de Fernández para mañana) Cataluña puede pasar a convertirse en el territorio con mayor incremento de casos.