Para volver a casa desde Creta, la ruta enrevesada de tres estudiantes asturianos les obligó a coger dos aviones, un autobús, dos taxis, el metro y "el coche de nuestros padres". "Sólo nos ha faltado un barco". Ahora ya bromean, pero la odisea de Aleida Sánchez, Lucía Iglesias y Sergio Sala estuvo cargada de incertidumbres hasta que cerca de 24 horas después de salir de la isla griega vieron aparecer Oviedo en el horizonte. Ellas son estudiantes de Medicina que pasan su año de Erasmus en Creta y a Sergio la crisis le pilló visitando a Lucía, su novia. Después de varias cancelaciones de vuelos por el cierre de fronteras y de mucho dinero perdido en billetes pagados -todavía sin reembolsos ni soluciones-, lo único que pudieron encontrar por aire terminaba en Lisboa. Volaron de de Heraclion a Atenas, de aquí a Lisboa en un avión semivacío, y empezaron otra gymkhana en la capital lisboeta.

En la estación Oriente de Lisboa tomaron un autobús que les acercó a la frontera de Orense. Después de más de cinco horas de viaje se apearon en Chaves y tomaron un taxi hasta el puesto fronterizo, con el paso restringido. Sabían que sus padres les esperaban al otro lado y llegaron a creer, cuenta Aleida, que "tendríamos que cruzar andando" cuando vieron a un lado la policía portuguesa y al otro a los guardias civiles españoles, "con nuestros padres", pero finalmente permitieron que sus padres se acercaran y ya todo a partir de ahí siguió siendo largo, pero al menos resultó más fácil. Con mascarilla, colocados en el coche en diagonal, como manda el protocolo, llegaron a Oviedo en torno a la una de la madrugada del viernes. Habían partido de Creta a las cuatro de la madrugada del día anterior.

"Fue bastante de película", resume Aleida agradeciendo todas las manos amigas de desconocidos que se fueron encontrando en su camino. "Todo el mundo entendió nuestra situación".