Optimismo, pero cautela. El gobierno regional admitió ayer un pequeño respiro: el índice de nuevos contagios ha descendido, las autoridades sanitarias tienen la sensación de que la "curva comienza a aplanarse" y confían en que la pandemia de COVID-19 esté ya en su punto más alto. Sin embargo, en absoluto eso significa que pueda relajarse la situación. Al contrario, llegan los momentos de más tensión para el sistema sanitario asturiano.

La pasada semana, el matemático Juan Luis Fernández, catedrático de la Universidad de Oviedo, afirmó que Asturias llegaría, según los modelos de proyección de la enfermedad, al máximo de casos diarios antes que en el conjunto de España. Sus primeros pronósticos aventuraban el pico de la enfermedad (no es el máximo de casos, ni tan siquiera el máximo de casos activos, sino el máximo de nuevos contagios diarios) para mediados de esta semana.

Hubo, no obstante circunstancias que alteraron la tendencia inicial. La principal, el hallazgo de un foco de contagio en la residencia de ancianos de Grado. Los modelos matemáticos predicen en función de los datos conocidos y suponiendo que no haya "cartas escondidas" en el juego. En cierto sentido, el foco de esta residencia de ancianos (relacionado con otro anterior en el colegio Masaveu de Oviedo y que también salpicó a varias residencias de ancianos) supuso un salto en los positivos impredecible. De ahí que Juan Luis Fernández resaltase la importancia de tener al máximo controlados los posibles focos de contagio para evitar "sorpresas" respecto a las expectativas de los modelos.

Aún habrá que comprobar que en los próximos días se constata ese descenso en el ritmo de nuevos casos. No significa que vaya a descender el número de infectados, porque el ritmo de curaciones aún es bajo. Tampoco que la presión sobre las Unidades de Cuidados Intensivo o las plantas de ingresados vaya a descender; al contrario, los nuevos enfermos que vayan ingresando ocuparán más camas, y no las habrán abandonado aún los que ya están hospitalizado. Otro tanto ocurre con las Unidades de Cuidados Intensivos.

Tampoco siquiera implica que no se vayan a producir más fallecimientos. De media, las muertes por coronavirus se producen 14 días después del ingreso hospitalario, así que cabe esperar que la cifra de fallecidos tenga su propio pico días después. La de ayer (conviene recordar que los datos que facilita el Ministerio de Sanidad por la mañana corresponden a la jornada anterior) fue una jornada negra, otra más, para el conjunto de España. Las víctimas por COVID-19 han superado ya a la cifra oficial de fallecimientos en China, el país donde por vez primera se detectó esta enfermedad.

Las curvas de representación matemática para los escenarios futuros son varias, en función del percentil que representan. ¿Y qué es el percentil? Es una manera de evaluar en estadística la probabilidad de que se produzca un resultado. Por ejemplo, el percentil 25 (p25) señala que el 25% de los probables resultados se encontrarían por debajo de esa curva; el percentil 90 (p90), en cambio, establecería una aceptable cota superior de los posibles resultados, ya que el 90 por ciento de las mediciones estarían por debajo. El denominado percentil 50, también denominado mediana, vendría a representar una media de todas las posibilidades futuras, lo cual podría entenderse, en trazo grueso, como el valor más probable. En cierto modo, las curvas de percentiles acotan los posibles resultados futuros.

Ese cambio de tendencia sí se está percibiendo, y parece que de manera estable, en Italia. Por cuarto día consecutivo, el número de nuevos casos ha descendido. Pero acumula pacientes en sus hospitales: ayer registró 3.491 nuevos enfermos, pero solo 1.036 se recuperaron. La tensión sanitaria sigue creciendo con 23.112 hospitalizados. Italia tiene 3,2 camas por cada 1.000 habitantes; en España esa cifra es algo menor.

Con un método predictivo dinámico similar al que se emplea para evaluar el comportamiento de acciones en bolsa, Fernández lleva la última semana tratando de discernir cuánta tensión soportarán los sistemas sanitarios. Su trabajo, en colaboración con la consejería de Salud del Principado de Asturias, ya ha sido considerado por otras comunidades autónomas, como Cantabria o Castilla y León.

El modelo aplicado por el matemático asturiano permite, además, predecir la incidencia inmediata de la enfermedad en los recursos sanitarios, tanto evaluando un pronóstico de nuevos ingresos hospitalarios como de necesidades en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs), lo que lo convierte en una herramienta de trabajo para la planificación sanitaria.

Juan Luis Fernández, director también director del Grupo de Problemas Inversos, Optimización y Aprendizaje Automático, pronostica en función de los datos conocidos cuál puede ser el número de casos al día siguiente en las diferentes comunidades autónomas. El dato que aparece en el mapa no debe considerarse como un pronóstico preciso, sino como el número que corresponde al percentil 50, ya que la predicción se mueve en una horquilla.

Sus datos también evalúan la situación prevista en Europa, donde Italia continúa a la cabeza en número de casos y con un elevado porcentaje de mortalidad.

La representación además por continentes, constata el crecimiento que se está produciendo ahora en América, donde la enfermedad se propaga de manera exponencial.

El continente americano va a convertirse en el gran escenario de expansión de la pandemia de COVID-19, que en estos momentos ya ha infectado a más de 470.000 personas en todo el mundo, ha causado la muerte a 21.000 seres humanos y se extiende ya por prácticamente todo el planeta, en casi 200 países.

Las curvas de evolución de personas contagiadas constatan el rápido crecimiento tanto de Norteamérica como Sudamérica, donde la enfermedad ha comenzado a expandirse a un ritmo cada vez mayor.

Estados Unidos se ha convertido en apenas unos días en el tercer país del mundo con mayor número de contagios. Hemos podido ver en las estadísticas cómo el país ha ido escalando vertiginosamente el número de nuevos casos hasta situarse ya en los 65.000, por encima de España y Alemania y a punto de superar en casos a Italia. Ese ascenso a pasos agigantados ha hecho que la curva de expansión del COVID-19 en Norteamérica crezca de manera muy destacada.

Ese crecimiento se observa también en Sudamérica y África, al tiempo que el virus se expande también en Oceanía. Parece vislumbrarse que Europa comienza a cambiar la tendencia expansiva. Precisamente una de las principales preocupaciones de la OMS cuando lanzó las primeras alertas sobre la enfermedad estaba en frenar su llegada a los países del tercer mundo. Si los sistemas sanitarios de los estados más avanzados se han colapsado con la enfermedad, las consecuencias en aquellos territorios con deficientes servicios de salud pueden ser catastróficas.

Este gráfico representa la evolución de los casos declarados de Coronavirus por continentes. La escala es logarítmica: es decir, cada unidad en el eje vertical representa, en realidad, diez veces más. Cuando la gráfica de cierto continente se asemeja a una línea recta, eso significa que el desarrollo de la enfermedad es exponencial: es decir, en ese continente el COVID-19 está expandiéndose rápidamente y de forma incontrolada. Cuando esa recta comienza a curvarse y tiende a ser más horizontal, eso significa que se ha controlado la expansión de la enfermedad, la curva de contagios diarios se aplana y ha pasado ya lo peor. Cuanto más vertical es la recta, mayor será el ritmo de expansión de la enfermedad.

Este último gráfico, ha sido elaborado por el matemático Juan Luis Fernández y el desarrollador informático Oscar González Rodríguez.