Dos billones de dólares, alrededor de 1,85 billones de euros, es la cantidad con la que se dotará el plan de estímulo pactado ayer por el Senado de EE UU para hacer frente a la pandemia. El plan no tiene precedentes en la historia del país, ya que el adoptado tras la crisis de 2008 tuvo un importe de 750.000 millones de dólares. Se estima que el déficit público, de un billón de dólares, se doblará.

EE UU registraba anoche 64.115 contagios, con 894 muertos (114 más que en las 24 horas anteriores), lo que representa 2,7 fallecimientos por millón de habitantes, que contrastan con los 124,2 de Italia o los 73,5 de España, los dos países del mundo con las ratios más elevadas y las mayores cifras absolutas de fallecidos.

Sin embargo, la OMS considera que EE UU se ha convertido ya en un centro mundial de la pandemia y se estima que es cuestión de días que el país, de 330 millones de habitantes, encabece todas las listas mundiales.

El plan de estímulo fue aprobado tras largas negociaciones, iniciadas la pasada semana, y ahora deberá pasar a la Cámara de Representantes, donde puede ser modificado. Los detalles completos del acuerdo no se habían difundido anoche, aunque según diversos medios de comunicación estadounidenses unos 150.000 millones de dólares se destinarán a reforzar el sector sanitario, en su mayor parte privado. Unos 250.000 millones se reservarán para pagos directos a individuos y familias, que recibirán cheques por importe de 1.200 dólares para los adultos y de 500 para cada hijo, a condición de que los ingresos anuales brutos de la unidad familiar no rebasen el equivalente a 68.500 euros. Otros 500.000 millones de dólares se dedicarán a avales de préstamos para empresas en dificultades, con especial atención al sector aeronáutico, mientras que para avales a las pymes se reservan 350.000 millones, y otros 250.000 irán al pago de prestaciones por desempleo.

El acuerdo ha exigido duras negociaciones porque, según los demócratas, el texto original que presentaron los senadores republicanos privilegiaba en exceso las ayudas a las grandes corporaciones frente a pymes y ciudadanos.

Los senadores demócratas han conseguido que las empresas beneficiarias de ayudas tengan que abstenerse de acometer recompras de acciones propias durante la duración del crédito y vean limitada su capacidad de pagar bonus a sus ejecutivos. De igual modo tendrán que adoptar medidas de protección del empleo. Estas exigencias ya hicieron, en 2009, que algunas corporaciones renunciaran a beneficiarse de las ayudas.