La puerta del confinamiento por coronavirus se cerró tras él justo después de entrar en su casa de Lada (Langreo). Alberto Coto, calculista, siete veces campeón mundial de cálculo mental, dedica buena parte de su vida a recorrer el mundo dando charlas sobre sus habilidades con los números y esta vez llegó de México y Estados Unidos el mismo viernes 13, la tétrica víspera de la declaración del Estado de Alarma, después de viajar en aviones casi vacíos y jugándosela sin saberlo a unos días del cierre de las fronteras. Como ya venía "viajado", y como el cuerpo y la mente le piden casa siempre que termina una gira, o como está acostumbrado a ver su domicilio como un refugio, ahora aguanta bien este confinamiento sobrevenido. Lo peor puede ser no poder salir a correr, otra de sus pasiones, pero eso se arregla a base de vueltas por el jardín y "pequeños trotes por casa para soltar endorfinas".
Recalculando la ruta de la vida con calma y disciplina, ahora que todas sus perspectivas laborales han cambiado su clave contra la desesperación también le pide tenerlo todo calculado. "Anoto en una agenda las cosas que quiero hacer en el día y las voy marcando a medida que las cumplo: un poquito de Inglés; un poquito de lectura" para redescubrir la historia de la filosofía occidental con "El Mundo de Sofía", de Jostein Gaarder; "un poquito de gimnasia, con bandas elásticas o subido a la bici estática; en otros ratos avanzo en un libro sobre los números en los juegos de azar que estoy escribiendo... Y así voy rotando de uno a otro, unos veinte minutos para cada actividad" y vuelta a empezar después de comer. "El orden es lo de menos, la cuestión es ir haciendo cosas. En la noche, un capítulo de la serie con la que esté o una película, a modo de premio".
Se resigna a los cambios, la cancelación de una gira por Valencia para la próxima semana, o la supresión de eventos en Asturias relacionados con la campaña de prevención de la ludopatía que protagoniza, y receta "autodisciplina" contra la apatía y la frustración. Para que el día "no nos pase con sensación de no haber hecho nada, que es lo peor", recomienda "leer la prensa, o escuchar la radio, para estar informados de lo que sucede, pero tampoco en exceso. Corremos el riesgo de no desconectar y eso es muy poco recomendable". También ofrece el ejemplo del diario que escribe a diario desde los dieciséis años. "Sobre todo para los más jóvenes", afirma, "es una forma de hablar con uno mismo, algo que considero muy importante, sobre todo antes de acostarse". Lo demás es "música, ejercicio, lectura, cine, series, documentales, aficiones propias... hay muchas cosas que se pueden hacer. Ante todo, procurar aprovechar el tiempo".
