Jornadas eternas por delante, con los pequeños de la casa en fase extrema de actividad, sin mucha intención de sentarse a estudiar. Esa es la realidad diaria de muchas familias asturianas, que encuentran poco viable la enseñanza casera a través del envío telemático de tareas. Y es que, por mucho que se quiera considerar "normal" este nuevo cole virtual, a los pequeños les cuesta concentrarse y organizarse sin el apoyo de los profesores. Sencillamente, no están acostumbrados a ello.
Cada colegio se organiza a su manera, pero los padres coinciden en señalar el esfuerzo adicional que les suponen los "teledeberes" en las etapas de Infantil y Primaria. La adaptación suele ser más sencilla en los niños de corta edad, con menos hábitos adquiridos. Así lo considera Kiko Montañés, padre de Enzo, de 4 años, alumno de 1.º de Infantil en el colegio Jacinto Benavente de La Camocha (Gijón), que cada día empieza la jornada a las nueve y media de la mañana para ponerse a trabajar. "De momento, estamos consiguiendo mantener la rutina; de lo contrario, se pasaría el día jugando", señala el padre.
"Ver a un niño aburrido es más sano que ver a un niño estresado". Lo dice la psiquiatra Anabel González, autora del libro "Lo bueno de tener un mal día", de Editorial Planeta, que ahora sale en versión e-book, con un capítulo adicional. González ejerce su profesión en La Coruña. Considera que "nos habíamos puesto un poco extremistas en esto de la estimulación precoz". "El aburrimiento es bueno y muchos están descubriendo ahora esa sensación a la que tanto miedo tenemos también los mayores", señala la especialista. "Pretender que los niños rindan en esta situación es difícil", indica González. "Ahora debemos ayudarles y esperar que el Ministerio de Educación sea benevolente y se tomen decisiones especiales", añade. Anabel González también estima que es muy importante hablar con los pequeños y contarles lo que está pasando, "a un nivel al que ellos lo puedan entender".