El Papa Francisco impartió ayer una histórica bendición "Urbi et Orbi" -a la ciudad y al mundo- en soledad, desde una plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía como consecuencia de la emergencia del coronavirus, que ha causado en Italia más de 9.000 fallecidos. En una plaza desierta, envuelta en silencio y mojada por la lluvia incesante, el Papa -en la imagen- regaló a los fieles una ceremonia inédita, una homilía y una bendición posterior que los católicos tuvieron que seguir a través de los medios de comunicación.