El director del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), Luis Barriga, considera que las residencias de mayores en España están bastante profesionalizadas, pero la COVID-19 las ha puesto “al límite” por la situación “crítica” que atraviesan sus trabajadores, que en la mayoría de los casos están echando "mucho valor y ánimo", fundamental para ayudar a los mayores a sobrellevar estos momentos.

Barriga Martín (Torrelavega, Cantabria, 1966) es diplomado en Trabajo Social y apenas lleva dos meses al frente del Imserso. Su trayectoria profesional está centrada en el ámbito de los servicios sociales y antes de asumir esa responsabilidad era Técnico de la Dirección General de personas mayores, con discapacidad y atención a la dependencia de Castilla y León.

La situación de las personas mayores es trágica, las cifras cuando se gane la batalla al coronavirus serán demoledoras para ese grupo de población. Ya lo son, de los más de 4.800 fallecidos por esta enfermedad, el 87 por ciento tienen más de 70 años.

Y está golpeando especialmente a los mayores que viven en residencias, que cuentan con el apoyo del Ejército que ha desinfectado durante el estado de alarma más de 600 centros.

“La mayoría de las residencias están bastante profesionalizadas , tienen sus protocolos y están aguantando bastante el embate, pero están al límite, no solo por la falta de equipos de protección, sino por el personal que está cayendo no solo por la enfermedad COVID-19 o por la aparición de síntomas, sino también por miedo, hay que pensar que son trabajadores generalmente mal pagados y mal tratados y está habiendo todo de tipo de situaciones”, explica Barriga.

En este contexto, considera que los trabajadores “están afrontándolo como pueden y echándole mucho valor y ánimo, y esto es muy importante porque trabajan con personas cuyo estado de ánimo hay que cuidar muchísimo porque es fundamental para defenderse de la propia enfermedad”.

A la pregunta de si las comunidades autónomas han tardado mucho en adoptar medidas en las residencias ante la expansión de la COVID-19, Barriga asegura que “hay que comprender lo que es una residencia: la casa de gente mayor”.

“No es un centro sanitario, ni siquiera sociosanitario como se le califica a veces; una residencia es donde reside gente mayor y allí recibe atenciones y cuidados, pero la mayoría no son de índole sanitario y por tanto no son centros que tengan que tener preparación sanitaria como un hospital”, añade.

Asegura que en las residencias siempre han tenido algunos equipos de protección para abordar situaciones puntuales, como la gripe estacional, “pero no están preparadas para afrontar una epidemia de esas características, ni lo debían estar”, y la atención sanitaria de los mayores está a cargo del sistema sanitario público, como cualquier ciudadano.

¿Cómo puede ayudar el Imserso a las comunidades en la gestión de esta situación? Por ejemplo, explica, flexibilizando, con carácter excepcional, las normas de contratación de trabajadores de los centros y servicios de atención a la dependencia para reforzar las plantillas afectadas por la crisis del coronavirus. “Una de las cosas más acuciantes es esa falta de personal de cuidados y ha de hacerse con urgencia”.

“Estamos intentando monitorizar la situación y se ha establecido, a través de una orden de Sanidad, actuaciones para situaciones puntuales en las que residencias entren en crisis; puede haber crisis de personal y que la continuidad de la atención corra peligro, puede ser que tengan una situación de contagio interno descontrolado en el que no haya sido imposible hacer la separaciones oportunas de residentes o dificultades en el procedimiento si ha habido una personas fallecida”.

Barriga destaca la determinación de las comunidades autónomas y la “estrategia compartida” en la adaptación de los servicios sociales para seguir atendiendo a las personas vulnerables.

“Están reconfigurando los servicios sociales para poder hacer seguimiento activo de estas personas, a través de llamadas telefónicas diarias, visitas a domicilio sin entrar en la puerta, la instalación masiva de teleasistencia , además de tener una monitorización más exhaustiva de las residencias”, detalla.

Respecto a los problemas de contratación urgente de personas, asegura que algunas regiones están barajando la posibilidad de incorporar voluntariado, como se hace en otros países como Italia.

Barriga destaca la importancia de que se hagan test rápidos en las residencias porque la gestión dentro de las residencias hay que decidirla en función de un cribado para hacer aislamiento por zonas de los residentes. Lamentablemente, a falta de esos test lo hacen como pueden: “se están haciendo esas separaciones sin pruebas y por síntomas de los residentes, eso es imperfecto y esa imperfección es la que nos ponen a todos en riesgo de contagio”.

Explica que cuando acabe esta batalla con la COVID-19 habrá que replantear que falla del sistema. “Ahora la prioridad es atender a todas las personas que lo requieran, independientemente de su situación de dependencia o no”.

Alerta de la situación especialmente vulnerable de familias que viven en barriadas marginales de chabolismo. “Es una población que su forma de vida es la calle y ahora está cerrada; en muchos casos, no han accedido a determinadas prestaciones o rentas de inserción “ y su ámbito laboral se centra en mercadillos que ahora no funcionan.

“Hay que desplegar mecanismos para atender la realidad de estas personas; con prestaciones económicas urgentes para gastos diarios y atender a los menores” que hay en esas familias.

Barriga reflexiona que cuando lleguemos a la fase de reconstrucción “el país no será ya el mismo" y la voluntad es que esa reconstrucción "no deje a nadie atrás”.

“Cada día está resultando agotador para todos, está siendo un máster sobre nosotros mismos; se han puesto a prueba los sistemas que teníamos y es una cura de humildad y hay mucho que aprender, todos habremos cometido errores y debemos aprender de ellos y de los aciertos”.

Tenemos que salir reforzados, hay una parte de solidaridad social, que es percibir las necesidades de otros como las de tus vecinos, las redes naturales de solidaridad, que se han despertado y son buenas; es importante la política social y económica, pero también la conciencia del ciudadano de que tiene que estar ahí para apoyar al que está al lado”, concluye.