El "testmocho" era un clamor: los sanitarios que estos días se están dejando la piel en los hospitales españoles llevaban ya días advirtiendo de que las pruebas ultrarrápidas compradas por el Gobierno español de Pedro Sánchez a un proveedor nacional "de confianza" no eran fiables por el elevado número de falsos negativos que arrojaban. El Centro Nacional de Epidemiología (CNE) confirmó las deficiencias de estos test y dos tuits (48 palabras en total) de la Embajada de China en España cerraron el círculo: "La empresa en cuestión carece de licencia oficial de la Administración Nacional de Productos Médicos del país asiático".

El Ministro de Sanidad, Salvador Illa, justificó de seguido que el lote de los 8.000 "testmocho", el primero de varios que se esperan y que ya ha sido devuelto, cumplía las garantías de la marca CE (homologación europea). Rechazó, así, que haya habido "negligencia". Sanidad argumentó, además, que el Instituto de Salud Carlos III había analizado la documentación aportada por la empresa respecto a los estudios clínicos realizados por el fabricante chino: "Las primeras pruebas del test rápido se realizaron en paralelo en un hospital de Madrid y en el Carlos III, y en cuanto se detectó una escasa sensibilidad, se dio orden inmediata de retirada y se contactó con el proveedor que lo va a sustituir por otro tipo de test", apuntó el Ministerio.

Illa, en una comparecencia en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados, insistió en que existe un problema de desabastecimiento mundial, por lo que "hay que ir con cuidado donde se compra", en un mercado que está "desbordado y completamente loco". "Intento ser un ministro de Sanidad decente", dijo el titular de Sanidad a los diputados y fue tajante al responder a la petición del representante de Vox, Luis Steegmann, de que cesase al director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón: "No voy a cesar a nadie de mi equipo y no digo mas".

El lote defectuoso (8.000 pruebas de una partida de 659.000) se repartió íntegro en la Comunidad de Madrid. "Se enviaron con unos criterios y advirtiendo de que había que validarlos, por lo que se detectó que no tienen el nivel de fiabilidad que el proveedor de confianza había confirmado", sentenciaron desde el Ministerio de Sanidad.

El "testmocho" no tiene nada que ver, apuntaron, con la compra de 5,5 millones de pruebas exprés más para coronavirus anunciada anteayer y que incluye también mascarillas y guantes.

A Asturias no han llegado aún los test ultrarrápidos -ni los defectuosos ni los buenos-, pese a que el Gobierno lleva ya días esperando que crucen el Pajares o el Negrón. El Principado confía en ellos lo justo: apuntan que estas pruebas únicamente les permitirán tomar decisiones importantes en tiempo récord. Los profesionales sanitarios asturianos -principales beneficiarios de estos test junto a mayores de residencias de la tercera edad- tampoco tienen mucha fe: en el laboratorio de virología del HUCA, un referente a nivel estatal, se realizan los test conocidos como PCR y que ofrecen resultados fiables en unas tres horas.

Una gran diferencia entre los test exprés y los clásicos es que estos últimos presentan cierto grado de complejidad, por lo que necesitan personal entrenado y preparado para su realización. Los ultrarrápidos son algo parecido a un test de embarazo: sencillo, y a veces poco fiable. "La PCR es una prueba que detecta directamente el virus mientras que estos test rápidos detectan los anticuerpos que el sistema inmune produce frente a esos virus. La ventaja que tienen es que en 15 o 20 minutos nos dan un resultado, pero si ese resultado nos crea más incertidumbre ya me dirás cómo vamos a quedar", manifestó ayer el médico asturiano Rodrigo Abad, quien añadió: "Los test rápidos tienen un periodo que se llama de ventana, que supone que en los tres o cuatro primeros días de infección no son eficaces, por cuanto todavía nuestro organismo no tiene anticuerpos". La consecuencia es una elevada tasa de falsos negativos: la prueba dice que no hay infección, pero sí la hay.

Los profesionales asturianos confían en la PCR y, puestos a pedir, quieren "tests rápidos de alta sensibilidad para detectar a pacientes infectados asintomáticos que son los que, a su vez, pueden contagiar a mucha gente". El ejemplo es el pueblo italiano Vo' Euganeo, en la región de Véneto, una de las más castigadas por el coronavirus. "Se realizó un estudio epidemiológico, único en el mundo por cuanto a todos sus habitantes se les realizó PCR, y entre el 50 y el 60 por ciento de la población mostraban pocos o ningún síntoma. Por eso la protección de cualquier paciente asintomático debe ser la misma que si se sospechara de infección de COVID-19, y por ello debemos guardar aislamiento y medidas higiénicas toda la población", precisó el doctor Abad.