Krzysztof Penderecki, referente de la vanguardia musical polaca y uno de los principales compositores de la segunda mitad del siglo XX, falleció ayer en Cracovia a los 86 años de edad, a consecuencia de una larga enfermedad. El compositor, conocido por obras como "Treno a las víctimas de Hiroshima", recibió en 2001 el premio "Príncipe de Asturias" de las Artes y, desde ese momento, mantuvo una estrecha relación con la región y con la Fundación Princesa de Asturias, de cuyo coro era director honorífico.

El jurado que le otorgó el premio destacó, en su acta, "su talento innovador en todos los géneros, impuesto en situaciones sociales y políticas adversas, junto con su capacidad integradora de diferentes elementos de la música de la segunda mitad del siglo XX, le convierte en protagonista de la cultura proyectada desde el Este de Europa al resto del mundo".

"Treno a las víctimas de Hiroshima", compuesta por Penderecki cuando apenas contaba 27 años, catapultó al compositor a la fama. Pocos años después, "La Pasión según San Lucas" consolidó su fama, y asentó a Penderecki como uno de los compositores de referencia en el panorama internacional.

Otras piezas relevantes de su producción son el "Concierto para violín n.º 1", la "Sinfonía n.º 2" y el "Réquiem polaco". Además, Penderecki participó en varias bandas sonoras de películas, entre ellas filmes clásicos del género de terror como "El exorcista", dirigida por William Friedkin, o "El resplandor", de Stanley Kubrick. De su última etapa destaca su colaboración con Martin Scorsese en "Shutter Island". Durante su dilatada carrera, además del premio "Príncipe de Asturias", Penderecki ganó cinco premios Grammy, un galardón de la UNESCO por "Treno a las víctimas de Hiroshima", y fue nombrado Doctor Honoris Causa por 22 universidades de todo el mundo.

La directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, lamentó el fallecimiento de un músico que, precisa, deja "un patrimonio cultural que quedará para siempre como ejemplo de lo que, incluso en situaciones sociales y políticas tan adversas como las que Penderecki tuvo que vivir, se puede lograr con talento, entrega y vocación verdadera".