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El fallo chino: la censura y la burocracia

China, que presume ahora de su lucha contra el coronavirus,evaluó tarde la amenaza por miedo de los funcionarios de Wuhan de informar a Pekín

El fallo chino: la censura y la burocracia

Con Occidente en plena guerra contra la expansión del coronavirus, China se presenta ahora al mundo como el mejor ejemplo para parar la pandemia. Allí, en un mercado de maricos de la localidad de Wuhan, se declaró en diciembre -el primer positivo se fecha en la segunda semana de noviembre- el primer gran foco de la enfermedad a nivel mundial.

Tras dos meses de aislamiento, China empieza ahora a recuperar la normalidad y a levantar las restricciones, aunque ha cerrado sus fronteras para impedir casos importados. De ahí que las autoridades chinas pongan como ejemplo su trabajo para controlar la pandemia. Aunque surgen muchas dudas, como las cifras oficiales de muertos (más de 3.300), que muchas fuentes elevan exponencialmente.

También se pone en duda la rapidez con la que actuaron las autoridades chinas. Una información publicada por el diario estadounidense "The New York Times", basándose en informes de médicos y especialistas chinos filtrados a través de diversios medios, señala cómo el sistema para detención de brotes de enfermedades infecciosas falló por la burocracia y la censura del sistema chino.

Y eso que tras la epidemia de SARS que sufrió China en 2002 se puso en marcha un sistema informático en el que los sanitarios volcaban aquellos casos que podían desembocar en una epidemia.Los chinos presumían de que se trataba de un sistema top ya que era rápido, completo e inmune a la intromisión política.

Pero la crisis del coronavirus ha demostrado que la realidad ha sido otra muy distinta. Una vez que comenzó a quedar claro que en Wuhan lo que ocurriría era algo más que un contagio de una neuomonía fuerte, los funcionarios locales del Partido Comunista dieron instrucciones para mantener a Pekín "en la oscuridad".

Una de las primeras medidas fue la de ordenar que los médicos tenían que presentar los informes sobre pacientes con coronavirus a los funcionarios para que estos confirmaron o no de que eran positivos en COVID-19. La doctrina era clara: sólo se consideraban positivos a los que habían estado en el mercado de mariscos de Wuhan o en contacto con las personas que habían pasado por allí.También se puso coto a las informaciones periodísticas sobre la enfermedad.

"Lamento que en ese entonces no gritara en voz alta", eplicaba Ai Fen, uno de los médicos del Hospital Central de Wuhan que detectó casos en diciembre, en una entrevista con una revista china. "A menudo me he preguntado qué hubiera pasado si pudiera recuperar el tiempo", añadía. Y es que un estudio chino señala ahora que de haber informado correctamente a Pekín dos semanas antes de lo que se hizo, se habría reducido el número de casos en un 95 por ciento.

Las autoridades de Wuhan querían resolver el problema a escala provincial y evitar que el problema llegara a oídos de los responsables del gobierno central. Tanto es así,que las primeras informaciones sobre lo que estaba sucediendo llegaron a Pekín gracias a filtraciones de informes sanitarios que se cree que enviaron médicos de la zona infectada.

Fue entonces cuando, ya el 31 de diciembre, China informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS).Pero aún así las autoridades de Wuhan seguían restando importancia a lo que estaba sucediendo y mantenían "a raya" los informes de los médicos. Los doctores debían informar de los casos a los burócratas en lugar de introducir los informes en la base de datos. Muchos sanitarios fueron reprendidos oficialmente por compartir con otros colegas lo que allí estaba sucediendo.

"Dijeron que la enfermedad era bastante leve, no muy diferente de una estacional, y que no había habido enfermos entre cientos de personas con contacto cercano", apuntó Zeng Guang, un epidemiólogo chino que visitó Wuhan el 9 de enero, al "China Youth Daily". "Parecían muy relajados", sentenciaba. Días después, el mundo entraba en pánico.

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