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Crisis del coronavirus

No deje entrar el miedo en casa

La cantante Rosa María Lobo, de 74 años, sola en su estudio de Benidorm, afronta el encierro con curiosidad, mentalidad positiva y la ayuda de Begoña, una voluntaria que le hace los recados

Así afronta la cuarentena Rosa María Lobo

Así afronta la cuarentena Rosa María Lobo

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Así afronta la cuarentena Rosa María Lobo Javier Cuervo

Aumenta la paralización y llega el miedo. Aumenta el miedo y llega la paralización. La paralización de la construcción y otros sectores que no se acaba de saber cuáles son del todo ha menguado la exigua presencia en la calle. Los que tienen que salir tienen miedo, por el virus invisible; los que quedan en casa, por lo que ven en la tele. Conviene escapar de la coronoticia única. Después de los titulares y del desarrollo de las primeras noticias puedes pasar a ver otra cosa.

-Es que pones la televisión y están todo el día...

Están todo el día dando alternativas como documentales, películas clásicas, modernas, bobas, series, dibujos animados... incluso en el minifundio de la TDT. Los paseos por los canales están permitidos, aquí y en Holanda.

El miedo funciona para salvarnos la vida y funciona mal cuando impide continuar con la vida anormal de estos días. Si paraliza o se interpone en lo que tenemos que hacer es un miedo patológico, que no ayuda a seguir viviendo sino lo contrario.

La cantante allerana Rosa María Lobo, de 74 años, está sola en un estudio de Benidorm y no tiene miedo. Es una atleta de la mentalidad positiva, de la aceptación, del aquí y del ahora, porque ha tenido dolor para varias vidas.

Sus padres se separaron cuando tenía 7 años y la internaron en un colegio. Su madre se alcoholizó. La vio una vez más en su vida. Su padre, concluye, "hizo lo que pudo", y con ello calla mucho más de lo que dice. Tuvo tres separaciones y tres hijos: uno no lo pudo criar, otro murió impulsivamente. Por sus manos pasó mucho dinero, pero nunca se detuvo: o se lo quitaron o se arruinó. El alcohol le dio serios problemas.

Ya murió una vez. Una apendicitis que derivó en peritonitis la llevó a la muerte clínica. En las transfusiones que la sacaron adelante se coló de matute una hepatitis C, cuando el conocimiento de la hepatitis iba por la B. Con los años pasó a cirrosis hepática que en 2013 acabó en trasplante de hígado.

En el haber de su vida, Rosa María García Lobo salió de su tristeza infantil gracias a una voz que el oído las monjas del Santo Ángel reconoció en seguida, con la que se ganó la vida desde la primera juventud en las verbenas de Asturias, en los estudios de la Cadena Ser en la Gran Vía de Madrid, en el espectáculo de Antonio Machín por toda España y luego sola. Esa voz sacó adelante a su familia y a las familias que creó. Artísticamente fue Maya para el repertorio sudamericano; Rosa María Lobo para concursar en el Festival de la OTI, el gran premio de la canción iberoamericana en 1979, y Rosa María Patallo en adelante. Tiene más de 40 discos.

Hace 25 años que vive al sol alicantino. Antes de que empezara el coronavirus, cantaba habaneras, copla y más, los viernes, en El Volapié, una taberna nueva y acristalada, junto al guitarrista Manu León, su hijo.

Benidorm está bajo custodia de soldados del Mando de Operaciones Especiales (MOE), "boinas verdes", especializados en rescate de rehenes, reconocimientos especiales o capturas de jefes de redes criminales en territorio hostil, que el domingo patrullaron las playas y la zona guiri. Rosa María está controlada clínicamente como trasplantada y asistencialmente por Begoña, una voluntaria que le hace los recados que necesita para que no salga de casa.

-La comidina me la hago yo y paso el día con mi música, componiendo, impactada por la paralización del planeta y siguiendo las noticias porque nunca he vivido algo así y quiero saber de dónde viene, si de Dios o de los hombres.

¿Miedo?

-Una de las cosas que me ayudaron a afrontar la vida es que no le he dado paso al miedo jamás.

Como las demás veces que le han venido mal dadas, se aplica el estribillo de "Viviré", una canción de abandono, con un estribillo emocionalmente muy subidito, como los que se llevan estos días. La escribió José Luis Moreno Recuero, más conocido ahora como Pepín Tre, compositor, productor, escritor, guionista y humorista practicante de lo que él mismo llama "charlatanería pop", en las antípodas de "Viviré", que dice:

"Viviré, viviré, viviré, / Lucharé por saber estar aquí, / Es cuestión de empezar, / Entre amarga y feliz, / Viviré, venceré, viviré. / Viviré, viviré, viviré, / Por encima de todo viviré, / Y seré equilibrista del mal y del bien. / Viviré, venceré, viviré". Con ella fue a la OTI en 1980.

El estudio de Rosa María no mira al mar, sino a un patio de colegio que ahora está vacío, pero en el mundo normal le sube la energía de los niños cuando salen al recreo, y sus plantas y ella, asegura, reverdecen.

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