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Desde mi encierro

Cuando el bicho infecta al arte

El artista Ricardo Mojardín, "bloqueado" creativamente por la pandemia, duda de que la crisis llegue a servir para "despertar conciencias"

Ricardo Mojardín, añorando la naturaleza en casa. R. M.

Está el artista acostumbrado a la soledad, pero no a las amenazas que ahora se propagan ahí fuera. Ricardo Mojardín (Boal, 1956) celebra de entrada la fortuna de vivir en el campo, "acostumbrado a pasar muchos días sin salir de casa y sin hacer vida social de ningún tipo". Esa parte presuntamente agobiante del confinamiento es muy urbana y él la lleva bien, pero pronto añadirá la certeza inquieta de que "me preocupa, y mucho, la situación de otros familiares y amigos que están en situaciones más comprometidas y difíciles por sus trabajos o simplemente por dónde viven".

"Con este estado de cosas", en lugar de alentar la creatividad el virus ha cortocircuitado el arte. "No soy capaz de concentrarme en mi trabajo artístico, me siento bloqueado", confiesa el pintor y grabador boalés, cuya obra tiene una evidente y particular conexión con la naturaleza. Ahora que los animales y el verde son de repente prácticamente inaccesibles, el artista cultiva la paciencia. Espera tiempos mejores y más sosegados para retomar la comunicación con las musas y con los animales que por una suerte de atávico engarce con su breve infancia en El Rebollal, caserío hoy deshabitado de la parroquia boalesa de Castrillón, pueblan sus creaciones.

Mientras todo esto pasa, porque todo esto también pasará, Mojardín ocupa el tiempo y aprovecha los largos días de encierro "leyendo, reflexionando", o "simplemente" enfrascado "en actividades más prosaicas". Cuando asoma la cabeza a las ventanas, a las reales y las virtuales, y trata de monitorizar el tipo de mundo que está dejando a su paso la pandemia, encuentra la impresión de que "colectivamente el miedo ha calado y el comportamiento social está siendo bastante civilizado y solidario". A lo mejor, dicen muchos, tendríamos que salir de esta mejorados; tal vez, apunta el artista, "sería deseable que esta crisis nos sirviera para reorientar hacia dónde queremos ir como sociedad, para despertar conciencias", pero la experiencia no alienta el entusiasmo. "Soy pesimista", remata el argumento, "porque la codicia de los grandes intereses económicos internacionales solo entiende de beneficios a costa de lo que sea y de quien sea y me temo que seguirán arrastrándonos en su carrera hacia el abismo".

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