¿Y si te pilla la cuarentena por el coronavirus en la mar? "Los marinos somos los últimos desconocidos, poco se habla de nosotros." Lo dice el capitán asturiano José Luis Suárez Cuervo (San Juan de La Arena, 1953), desde el estrecho de Mesina, en la costa italiana, a bordo del Vulcano M, un buque petroquímico que ayer transportaba 20.000 toneladas de gasoil y gasolina rumbo a Nápoles. Lo que hace el Vulcano M, transportar combustible para el día a día, es un servicio básico para la industria, hospitales etc, e imprescindible en la crisis del coronavirus. Suárez, con 25 años de mando en la mar, está en el buque tanque como asesor del capitán, una figura que en este tipo de buques es de cumplimiento obligatorio y se llama "Matrix".

"Las compañías de petróleo se juegan mucho dinero, hay grandes intereses económicos y se exige un mínimo de 5 años de mando en este tipo de buques para poder ejercer de capitán. El marino asturiano, como el resto de la tripulación, ha sido testigo directo de como el coronavirus ha golpeado a Italia, uno de los países más afectados por la pandemia procedente de China.

"En Italia hubo bastante irresponsabilidad desde el primer momento, hasta hace relativamente poco se podía salir libremente. En Nápoles, que es una ciudad caótica, pero a la vez hermosa, las calles, cafeterías y el comercio, estaban llenas y con total tranquilidad, apenas había contagios, pero ahora ya ha cambiado todo radicalmente", destaca Suárez. Las restricciones por la situación en Italia han llegado también al mundo de la navegación. Por lo pronto, cualquier persona a bordo del buque debe ir totalmente protegida y todos los movimientos en el interior deben estar estrictamente controlados. "Los integrantes de la tripulación estamos confinados, así como hasta nuevas órdenes nos está prohibido hacer relevos de vacaciones. Nosotros estamos en operaciones de navegación, carga y descarga, no paramos para que nada se pare", concreta Suárez.

Pasar la cuarentena en la mar puede hacerse duro, pero la vida de un marino es un confinamiento continuo. "Probablemente, la de marino es la profesión que mejor lleva todo esto, uno se mentaliza cuando se sale de casa y se embarca, para estar un mínimo de 3 meses a bordo. He navegado alrededor del mundo varias veces y con contadas escalas", relata. Suárez pone voz a los marinos, en su opinión los grandes olvidados en esta crisis sanitaria sin precedentes. "Se habla mucho de otros sectores, pero muy poco de nosotros, como decía el filósofo hay tres clases de personas los vivos, los muertos y los navegantes", dice con tono irónico el capitán. La cuarentena en el mar, a diferencia de, por ejemplo, quien vive en un piso, tiene sus puntos favorables: "Se lleva bien, el barco es amplio (180 metros) y hay espacios para pasear, navegar por el Mediterráneo y contemplar las vistas que la península e islas de Italia te ofrecen, es un gran regalo. Estamos muy seguros a bordo. Sobre todo, te preocupas por la familia, amigos, por todos en general y rogamos a nuestra patrona la Virgen del Carmen para que todo esto termine lo más pronto posible".

De capitán, a un alumno de puente. Gonzalo Pérez (Navia, 1997), se dirige a Ghante (Bélgica), desde el Estrecho de Gibraltar. Estudió Náutica y Transporte Marítimo en la Escuela Superior de Marina Civil en Gijón y está a bordo de un buque de carga general de mercancías haciendo las prácticas correspondientes. Es alumno de puente. "Se supone que no desembarco hasta mayo, pero el coronavirus nos ha afectado. Nuestro capitán, por ejemplo, ya tendría que haber desembarcado y no le dejan. Estamos totalmente aislados, pero bien. La gente que sube a bordo tiene que estar controlada, con guantes y mascarillas, y se deben tomar antes la temperatura", recalca. A Pérez le sucede como a Suárez: su preocupación está en el exterior. "Cada vez que podemos y la cobertura nos lo permite llamamos al exterior. Mi familia está contenta, porque saben que estoy bien y aprovecho la experiencia. El problema es la incertidumbre", concluye.