En los que previsiblemente serán los días más duros desde el punto de vista sanitario de la pandemia de COVID-19 en España, las malas cifras se multiplican. El país sufre un elevado número de fallecimientos diarios y aún se encuentra en una elevada tasa de nuevos casos. Pero esas malas cifras no deben ocultar los indicios esperanzadores.

Es importante comprender la dinámica de la enfermedad para entender su comportamiento estadístico. ¿Cómo se puede afirmar que el pico de casos ya ha pasado, al menos según los datos, cuando el número de fallecidos alcanza cada día un nuevo récord?

El catedrático de matemáticas de la Universidad de Oviedo Juan Luis Fernández Martínez y la profesora de matemáticas de la misma institución Zulima Fernández-Muñiz han pronosticado con días de antelación la llegada del pico de nuevos casos declarados, un hito que, según sus cálculos, ya se produjo a mediados de la pasada semana en Asturias y el fin de semana en España. Su pronóstico, realizado casi dos semanas antes con los datos entonces disponibles, está siendo corroborado por lo que se observa en las últimas estadísticas oficiales.

La curva de pronóstico de evolución de la enfermedad, con los datos del 1 de abril (corresponden en realidad a las cifras que las Comunidades Autónomas facilitan el día anterior a las 21.00 horas) constata según Juan Luis Fernández y Zulima Fernández-Muñiz que el pico se ha sobrepasado y que se sigue una tendencia descendente, después de que el día anterior se reportase un aumento debido a la demora en incorporar datos del fin de semana.

Sin embargo, haber sobrepasado la cresta de contagios no implica superar ya la cifra récord de fallecidos diarios. Los dos matemáticos asturianos ahora han comenzado a analizar la evolución de las recuperaciones, que puede ser un indicador de que las victorias ganadas en los servicios sanitarios al virus comienzan a ser más relevantes.

Conocemos que el coronavirus SARS-CoV-2, causante del COVID-19, tiene una alta capacidad para propagarse, pero también que porcentualmente son pocos los casos que sufren consecuencias severas o críticas. Eso no le resta peligrosidad, pero ayuda a entender mejor las cifras.

Conocer la dinámica de la enfermedad

Hasta ahora, buena parte de la información que obtienen los servicios sanitarios españoles y de todo el mundo proviene de pacientes que han sufrido más las consecuencias de la enfermedad. Con los hospitales saturados o a punto de estarlo, únicamente se realizan test para determinar si alguien está infectado cuando necesita atención sanitaria personal y, por tanto, ingresa en un centro hospitalario.

Numerosas personas (más de 4.500 en Asturias, por ejemplo), padecen síntomas compatibles con el COVID-19, pero no ha sido constatado que lo padezcan. La red de atención primaria los sigue telefónicamente, pendiente de su enfermedad, pero no entran en las estadísticas oficiales que facilitan los distintos gobiernos. Únicamente lo harán si empeoran y requieren hospitalización y entonces se sometan a la fiable prueba mediante RT-PCR (reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa reversa), contarán en las estadísticas.

Un elevado número de las personas infectadas no presentan síntomas alguno de la enfermedad. Representan, según algunos estudios, el 30% de la población realmente infectada. Pasados 5 días de su contagio, sin desarrollar síntomas, se vuelven inmunes y comienzan a expulsar toda la carga viral adquirida. Por eso, durante unos 14 días desde su contagio pueden ser transmisores del virus a su entorno.

El 55% por ciento de los infectados padece síntomas moderados (como tos, fiebre, dolor de garganta e incluso alteraciones gastrointestinales). Nuevamente pasan 5 días desde su contagio hasta que desarrollan esos síntomas, que suelen tener una duración media también de 5 días. Pero el paciente puede ser vía de contagio del COVID-19 durante casi veinte días: es decir, no solo puede contagiar la enfermedad estando infectado y sin síntomas y cuando los padece, sino también diez días después de haberse recuperado.

Los pacientes con síntomas severos (un 10%) muestran sus primeros síntomas pasados cinco días de haberse contagiado, terminan ingresando en un hospital y suelen recuperarse a los 20 días de haber recibido el virus. Posteriormente quedan inmunes, pero continúan siendo vía de contagio aun después.

Aquellos enfermos con síntomas críticos empeoran tras cinco días sin síntomas e ingresan rápidamente en Unidades de Cuidados Intensivos, donde necesitan la ayuda de respiradores para continuar vivos. La recuperación suele producirse a los 21 días del contagio o, en el peor caso, la muerte.

La denominada "carga viral" se refiere a la cantidad de código genético del virus que posee una persona. Los científicos creen que es un buen indicador para determinar con qué gravedad evolucionará la enfermedad en un paciente. La mayoría de infectados poseen una alta carga viral. Aquellos con sintomatología leve revelan el máximo al iniciarse los síntomas (5 o 6 días después del contagio), pero esta "densidad de virus" prácticamente desaparece o es muy reducida a partir del día 10.

Los pacientes más graves poseen hasta 60 veces más carga viral que los leves y la expulsión de esa carga se extiende por más tiempo. Algunos estudios hablan de 20 días pero se han detectado casos de presencia vírica hasta 37 días después. Eso explica por qué se suceden situaciones en las que tras el alta médica o después de haber sobrepasado, en apariencia, la enfermedad un paciente puede seguir dando positivo en las pruebas de PCR, sin que eso implique un empeoramiento. Se trata de casos no habituales, por lo que el consenso científico es que la posibilidad de que un paciente contagie la enfermedad ocurre principalmente en la primera semana desde que se presentan los síntomas, prolongándose 5 o 6 días después o más, en función de la gravedad de cada caso.

Es decir, los pacientes que lamentablemente hoy forman parte de la lista de fallecidos se contagiaron varios días atrás, de modo que la evolución de los fallecimientos no debe verse en relación con los casos declarados en el mismo tiempo, sino con el comportamiento de la enfermedad mucho antes.

¿Cuál es la verdadera tasa de mortalidad?

¿Cuál es la mortalidad real de la enfermedad? Estamos observando que existe mucha disparidad en función del país, y también se ha visto que cada estado (incluso cada comunidad autónoma en España) puede estar aplicando distintos criterios a la hora de determinar qué paciente fallecido pasa a formar parte de la estadística negra del COVID-19. Una comunicación en la revista "The Lancet" el pasado 12 de marzo ya profundizaba en una cuestión que sigue dando quebraderos de cabeza a los especialistas y a los analistas de datos.

Según ese estudio, las tasas de mortalidad que ahora se consideran pueden no ser válidas. "Las tasas de mortalidad que se estiman se basan en el número de muertes relativas al número de casos confirmados de infección, lo que no es representativo de la actual tasa de fallecimientos; los pacientes que mueren en cualquier día se infectaron mucho antes, así que el denominador de la tasa de mortalidad debería ser el número total de infectados al mismo tiempo que los pacientes fallecidos", señala la comunicación "Real estimates of mortality following COVID-19 infection".

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que el tiempo que transcurre desde que una persona contagiada muestra los primeros síntomas hasta que fallece puede ir entre las 2 y las 8 semanas.

Por tanto, que las cifras oficiales de fallecidos en España estén en ascenso no es más que una consecuencia del periodo en el que la cifra de nuevos casos declarados seguía su imparable escalada, antes de alcanzar el pico. Habrá que esperar aún unos días, probablemente, para comprobar que la cifra de muertos diarios desciende.

Las recuperaciones, por comunidades autónomas

Sin embargo, las recuperaciones pueden ser un buen indicador anterior en el tiempo de la marcha de la batalla contra la enfermedad, dado que los casos hospitalizados severos, que no entran en fase crítica, logran recuperarse de media al cabo de unos 20 días.

Juan Luis Fernández Martínez y Zulima Fernández-Muñiz han representado la tasa de pacientes recuperados frente a la mortalidad de cada comunidad autónoma. Así se comprueba que Cataluña y Madrid, pese a tener un altísimo numero de enfermos y continuar arrojando cifras elevadas cada día de nuevos contagios, poseen los más altos índices de recuperaciones. También ocurre con el País Vasco. Varias son las comunidades que se encuentran en esta situación: Asturias, Baleares, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Madrid, Navarra, el País Vasco y La Rioja.

En cambio, en otras comunidades el porcentaje de fallecidos es aún superior al de pacientes que se recuperan. Esa situación se produce en Andalucía, Castilla La Mancha, la Comunidad Valenciana y Extremadura.

En el conjunto de Europa llama la atención que España sea el país con mayor porcentaje de recuperados respecto a los casos totales, más incluso que Italia, donde la mortalidad es aún muy elevada. No obstante, en la mayoría de los países europeos el porcentaje de recuperados supera al de fallecidos ampliamente, con algunas excepciones como Holanda y Polonia.