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Crisis del coronavirus

El Gobierno del plasma: así vive Barbón confinado

Veinticuatro horas entre videoconferencias en Presidencia: "Si la UE no sirve para reconstruirnos, la gente se preguntará para qué sirve"

El Presidente lee LA NUEVA ESPAÑA a las 9.00 hora | IRMA COLLÍN

Se abre el telón. 7.30 de la mañana. Recién levantado, el presidente del Principado, Adrián Barbón, echa un vistazo a la prensa en sus ediciones digitales. Está en el pequeño apartamento habilitado en el palacio de Presidencia, en la ovetense calle Suárez de la Riva. Barbón decidió permanecer confinado en el edificio cuando se decretó el estado de alarma. "Ir a mi casa en Laviana y volver era demasiado trasiego: chófer, seguridad... esta es la mejor manera, porque si cayese enfermo aquí tengo todo lo que necesito. También lo decidí por dar algo de ejemplo", explica a LA NUEVA ESPAÑA. Esta es la crónica de una jornada completa del presidente de Asturias mientras se combate la pandemia mundial de coronavirus.

A las 9.00 de la mañana, Adrián Barbón ha bajado ya al despacho, ante la mesa de escritorio que utilizaba Belarmino Tomás y que el actual presidente recuperó para la sala noble. Toma un café con galletas y lee la prensa escrita. La secretaria de Presidencia, Rosa María López, le comunica las novedades. Poco después, a las 9.15, inicia las primeras videoconferencias del día. El Presidente ha habilitado una sala especial para tal fin: "Esto de las videoconferencias ha venido para quedarse", dice. La sala, en la planta baja, está decorada con las banderas de Asturias y España. En una esquina, una reproducción del rey Pelayo. "Iniciamos las videoconferencias muy pronto y fuimos muy estrictos, para que no pueda existir vacío de poder y evitar el contacto entre los consejeros; ya vio lo que pasó en Medio Rural".

El consejero de Sanidad, Pablo Fernández Muñiz, aparece al otro lado de la pantalla. "Con él tengo la primera reunión de la mañana y la última del día, para recibir el parte sanitario", explica después Barbón. La siguiente videoconferencia es con la consejera de Derechos Sociales. Vuelta al despacho. Barbón conoce bien todos los entresijos del palacio de Presidencia, no es extraño que se lo encuentren los trabajadores en cualquier esquina. "¿Ejercicio aquí? Poco. Camino mucho. Si hablo por teléfono no puedo estarme quieto".

Son las 10.00 de la mañana y toca el momento de despachar con el director del Gabinete y el director de Comunicación (Manuel Ángel Granda y José Manuel Álvarez Piñeiro). "Ahora, la verdad, todo es coronavirus; es la prioridad y a lo que se dedican todos los esfuerzos. Estoy contento de cómo todo el Gobierno ha respondido: Medio Rural garantizando el abastecimiento, Ciencia coordinando proyectos, Cultura, Turismo...". A las 11.00, de nuevo videoconferencia en la planta baja, esta vez con el vicepresidente, Juan Cofiño, para preparar el Consejo de Gobierno de la semana.

A Barbón le une una sólida amistad con Gimena Llamedo, secretaria de organización de la FSA, con quien conversa luego por videoconferencia. Con ella hay tiempo para las confesiones personales. "Puede parecerle sentimental, pero lo que más me fastidia de esta enfermedad es que afecta a las personas mayores. Inevitablemente, pienso en mis abuelos. No puedo con actitudes como las de algunos dirigentes de Holanda o Estados Unidos, que hablan de sacrificar a la gente mayor", señala Barbón. Se explaya, hay un punto de emoción que se percibe sincero. "Es algo que no llevo con paciencia; una cosa son las decisiones sanitarias cuando no hay recursos y otra tomar decisiones políticas sobre eso. Echo en falta a mis abuelos, pero ha habido dos momentos en los que me reconforté al pensar que no estarían aquí para vivirlos: uno fue este".

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Coronavirus Asturias: así vive Adrián Barbón confinado

Si hay algo que caracterice al Presidente, es su uso de las redes sociales, de un modo personal. Son las 12.30 y las revisa. Él mismo publica los últimos datos de evolución de la enfermedad. Desde las 13.00 horas y hasta el informativo en la televisión autonómica, Barbón trabaja en el despacho. Reflexiona sobre la situación actual, pero también sobre el mundo que se avecina. "Será completamente diferente, un cambio de paradigma. Creo que trabajaremos de otra manera. Solo en la Administración regional tenemos 19.000 puestos remotos funcionando", dice el Presidente. ¿Y la vida cotidiana? "Quedará cierta suspicacia, un temor al contacto social. Esto rompe con nuestra forma de ser como latinos". ¿Y en la política? "La necesidad de invertir en la sanidad pública será incuestionable. Y estoy convencido de que saldrá un protocolo de cómo gestionar una situación como esta, que me temo no será la última".

Jamón cocido y mandarinas. Comida en el apartamento y un rato de descanso. La plantilla en el edificio de Presidencia es la mínima: "Una persona en secretaría, dos ujieres, el personal de seguridad y otra persona en prensa. Poca gente lo sabe, pero aquí tuvimos un positivo, un trabajador. En ese momento decidimos establecer el mínimo imprescindible".

A las 16.00 horas, el Presidente regresa al despacho. Conversa por teléfono con la consejera de Presidencia para interesarse por la evolución de los datos del Servicio de Emergencias del Principado (SEPA). Después pregunta por cómo se encuentran los asturianos en el exterior que tratan de regresar a casa. A las cinco se suceden las llamadas. Con alcaldes. Con la delegada del Gobierno, Delia Losa, muchas. Barbón presume de la sintonía con ella y sonríe cuando se le pregunta por la decisión de Asturias de establecer qué empresas podían considerarse esenciales. "Estudié Derecho, las normas están para ser interpretadas...".

Hay charlas con las ministras Carolina Darias (Política Territorial) y Reyes Maroto (Industria). También con Teresa Ribera (Transición Ecológica). A las 18.00 horas, Barbón mantiene una videoconferencia con el consejero de Ciencia, Borja Sánchez, para preguntarle cómo va la evolución de la homologación de los productos innovadores para combatir el virus.

Un café. ¿No hubo errores, no se actuó tarde? "Pero eso, todos. Yo creo que quizá porque, cuando saltaron las alarmas del SARS o la gripe A, al final la cosa quedó muy menguada. Ese error de cálculo ha pasado en todo el mundo. Veíamos a China tomar decisiones y sonaba raro y distante. Tendremos que sacar protocolos de esto, y el mayor error, a mi juicio, ha estado en la descoordinación en la respuesta de la Unión Europea". Barbón no cree que haya habido falta de previsión, "sino exceso de confianza". Reclama aprender a actuar de manera común: "En Europa cada uno va por libre en la respuesta sanitaria". ¿Y ahora? "Pues todo ha saltado por los aires, todo eso de la regla de gasto y el déficit, las previsiones sobre el empleo...". A las 20.00 horas tiene la única concesión con el exterior. Sale a las escaleras a aplaudir a quienes combaten la pandemia. Vuelta al despacho.

¿Alguna vez pensó en un escenario así? Bromea: "Cuando llegas no hay un manual de cómo ser presidente, ya puede imaginarse si hay alguno de cómo gestionar una pandemia mundial. Pero la sensación que percibo sobre lo hecho en Asturias es positiva. Teníamos dos líneas claras: primero, el Gobierno no son consejerías estancas, esto es un equipo, y desde el primer momento el coronavirus ha sido el único asunto; segundo, hemos tratado de anticiparnos, imaginar el escenario en una semana o dos y ponernos en lo peor. En Madrid se habilitó el Ifema cuando la situación desbordaba; nosotros mucho antes habíamos preparado el Luis Adaro y establecido un hospital de campaña". Busca en la mesa, en una carpeta el dato: "La ocupación que tenemos ahora es de menos del 50%, del 45%".

Es la hora de la última conversación con el consejero de Salud para conocer los datos antes de que se hagan públicos. "El parte de guerra", dice. Después vuelve a ver el informativo de las 20.30 y está atento al momento en que se hace oficial cómo evoluciona la enfermedad y lo transmite en sus redes sociales. De paso, también ve lo que ha dicho la oposición. "Ahora no es tiempo de debate, ese llegará. Ahora toca ejecutar. Hay que hacer partícipe a la oposición de lo que se hace, pero no tener batallas partidistas. Creo que es lo que la gente valora ahora, que se tomen decisiones".

A las 21.45 se apaga la luz del despacho de Presidencia y Adrián Barbón no quiere irse dejando un sabor amargo. "Hemos tratado de ser transparentes, sobre todo, dando la cruda realidad de los datos; prefiero que me acusen de cometer errores, no de ser insincero. Dijimos que habría semanas duras, no puedo prometer que no vaya a haber más muertos, pero quiero lanzar un mensaje de esperanza: de esto se sale, lo vimos en Corea, en China, lo estamos viendo en Italia. Nos tendremos que reconstruir económicamente y para ello necesitaremos a la Unión Europea, porque la gente se preguntará que, si la Unión no sirve ahora, ¿para qué sirve?".

Más. Un momento de confesión personal. "Creo que aprendemos a valorar más los pequeños momentos. A mis padres llevo sin verlos desde antes del estado de alarma".

Cena ligera, fruta. Una serie: se ha enganchado a "The Crown" y alguna de ciencia ficción (admite su punto "friki" de fan de "Star Trek" y "La Guerra de las Galaxias"). También, "Sucesor designado": la historia de ese presidente por accidente que gestiona un estado de excepción tras un ataque terrorista.

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