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Solo En Casa

Álvaro y Juanín Ruiz de la Peña no se aburren en su encierro

El profesor de Literatura Española escribe sus memorias y su hijo zampa música en el ordenador

Álvaro y Juanín Ruiz de la Peña no se aburren en su encierro

Juanín Ruiz de la Peña tiene 34 años y siempre fue muy caleyeru y musical. Acostumbrado a estar en el colegio desde las nueve de la mañana a las cinco y media de la tarde y luego pasear un buen rato, quedar en casa le es incomprensible. Desde que el Gobierno relajó el confinamiento para las personas con necesidades especiales, Juanín se hace cuatro largos por el paseo del Bombé junto a su padre, el profesor honorífico de la Universidad de Oviedo Álvaro Ruiz de la Peña Solar (Oviedo, 1945), enseñante de Literatura Española durante 44 años. En esa media hora de andar, a veces se cruzan con Monchín, aparejador, y su hija. No hay nadie más.

-Estoy disfrutando mucho de este encierro. Escribo mis recuerdos infantiles y leo. Quiero que dure hasta septiembre. No sé cómo la gente se aburre. A los que tenemos de cincuenta y tantos años para arriba esto nos viene bien para pensar. Hablo por teléfono con el psiquiatra Víctor Álvarez Antuña, que es un sabio, y está encantado de tener 24 horas del día para él. Puede parecer una extravagancia, pero hay mucha gente así.

Los españoles llevamos 18 días de confinamiento. El plan se mantiene hasta que el número de altas sea mayor que el de infecciones. Desde esta semana hay mucha más gente en casa porque han parado la construcción y la industria no esencial.

-Los españoles no se sienten a gusto en casa, al margen de que las de hoy sean pequeñas e inconfortables. La casa es el recogimiento, la lectura, la introversión. El español no está en sí mismo, vive miles de vidas fuera de él. Me extraña que no haya más peleas con intervención policial.

Oviedista desde 1952 -"Argila, Toni, Diestro, Celaya, Pacheco, Falín, Mandi, Sará, Areta, Salaberry y Basabe"- y practicante de futbito hasta los 57 años, el autor de "Calvario y resurrección. Real Oviedo 2012/2013" no echa de menos el fútbol.

-Saturé. No voy al campo gafe, horrible y de accesos impresentables. Veía al Oviedo por televisión, pero todo eran disgustos y podía ir a la nevera cuando iban a lanzar un córner. Ahora todos los equipos juegan igual. El chute en vena del fútbol tiene un mono que, se está viendo, se puede pasar en 20 días. No sé cómo saldrán los hooligans de estas vacaciones sin partido los jueves, viernes, sábado y domingo.

El ciclismo es otra cosa para el columnista de asuntos generales que escribió durante unos años bajo el título "Demarrages".

-La primavera empieza con Lieja-Bastoña-Lieja y el Tour de Romandía, suspendidos. El Giro está perdido, con lo guapo que es ver Italia desde la televisión. El Tour de Francia ya veremos...

Estudioso de la Guerra Civil, ha terminado las memorias del general Latorre, que fue gobernador militar en Asturias a partir de 1937.

-Sus sobrinos políticos Carlos y Tere Fernández Corte heredaron sus papeles y encontraron unos manuscritos de caligrafía muy cuidada. Era un diario de la guerra que completó en los años 50. Lo editaron. Hacía una crítica feroz de los militares africanistas, de Aranda, de Kindelán... Sigo releyendo a Baroja y voy por el tomo tercero de "La novela de un literato", las memorias de Cansinos Assens en las que cuenta mil historias de la bohemia de principios del XX, de Sawa, Valle, Carrere, del pervertido Jiménez de Asúa. Eran cínicos, crápulas, pesebreros y sablistas. También sale Antonio Ballesteros Martos, que fue vecino mío en la calle Gascona y escribía en "Región". Era crítico de arte, vino a Asturias depurado y le salió un hijo falangista, Paco.

Entre tanto, Juanín ocupa el ordenador, desde el que zampa música de "Los Berrones", Serrat, Sabina, Víctor Manuel, Ana Belén. Siempre ha sido así. De niño, en las sobremesas de los veranos de Llanes, se metía en el coche de su padre, encendía el CD y se concentraba como un astronauta dentro de un módulo musical.

-Está al tanto de cuándo es Santa Olaya en Villahormes porque las romerías son su inmersión musical total.

La melomanía le tiene en su habitación, al teclado, con las maracas, buscando lo mismo que encontraba su abuelo Luis, músico y compositor. Tiene dentro la música que trajo de Burgos a Asturias a la familia Ruiz de la Peña a partir de don Ignacio, que fue canónigo organista de la Catedral. Los Ruiz de la Peña han dado a Asturias músicos y profesores asturianistas.

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