Hoy el hijo pequeño de Elena Ordiales cumple nueve años pero tendrá que soplar las velas con su madre de forma virtual. Cuando empezó la crisis del coronavirus esta langreana tuvo claro que tenía que ayudar. "Cogí a mis dos niños y los dejé con mi madre para no poner en riesgo a nadie". Elena es una de las voluntarias que trabaja en la residencia Ramón Menéndez Pidal ayudando a las personas sin hogar. "Vengo aquí más contenta que cuando voy a trabajar", asegura con una sonrisa. "Mis hijos lo llevan muy bien y siempre recalcan que su madre está fuera peleando".

Ana Lorenzo Riesgo es una de las últimas en sumarse al equipo de hombres y mujeres de rojo. "Soy enfermera y decidí dar el paso cuando me quedé en casa porque antes no tenía tiempo entre el trabajo y la famiia". Salir cada día dejando a sus hijos no fue una opción fácil: "Siempre hay miedo pero al final tienes que poner en una balanza lo que más te importa y creo que es importante vencer los temores". Al mierense Luis Pérez su hija le recalca cada día que tenga cuidado. Jubilado de unos grandes almacenes se dedica al voluntariado desde hace seis años. "Quería ocupar mi tiempo y estoy muy satisfecho del trabajo que hacemos en equipo".

Su objetivo es convertir en un hogar la antigua residencia estudiantil del Cristo, en la que ahora pasan la crisis del coronavirus las personas sin techo. "Es una labor importante, ellos no tienen nada y nosotros intentamos que vivan en una casa con los mismos derechos que tienen el resto de los ciudadanos". El madrileño Víctor Portillo lleva 18 años trabajando como voluntario. Empezó con 16 animado por un amigo y durante el confinamiento se dedica a esta labor a tiempo completo. "Trabajo en un concesionario de coches y suelo colaborar los fines de semana pero ahora que iba a estar en casa todo en día decidí venir aquí". Su trabajo en este centro les da lecciones de vida a diario. "Sales de tu zona de confort y ves otra realidad", recalca Víctor. En su casa su mujer también le envía ánimos a diario. "El otro día me mandó un mensaje que acabó con la frase: mi héroe y me emocionó". "No se trata de ser héroes o no, solo hacemos nuestro trabajo", matiza Ana Lorenzo. "Cualquiera puede ser voluntario porque hay muchas facetas, está el trato directo con la gente y también la labor administrativa que es muy necesaria también", añade Elena Ordiales. "Mucha gente se extraña de que ocupes tu tiempo con esto pero hay pocas cosas que te den tantas satisfacciones", argumenta Luis Pérez.