Luis Eduardo Aute escribió y puso música y voz a grandes asuntos -el deseo, la belleza, el tiempo- con una levedad elegante y sensual. Con esa misma ligereza, compuso canciones que marcaron el camino a toda una generación, que se adentró de su mano en un mundo lleno de posibilidades. Fue el autor de grandes himnos de la Transición -"Al alba", "Rosas en el mar"-, de emocionantes canciones de amor -"De alguna manera tendré que olvidarte", "Sin tu latido"- y de monumentales alegatos existenciales -"La belleza"-. Ayer al mediodía, cuatro años después de su retirada de los escenarios a causa de un grave infarto que lo mantuvo dos meses en coma y que lo condujo a varias estancias hospitalarias, Luis Eduardo Aute falleció, a los 76 años y rodeado de su familia.

Casado desde 1968 con Marichu Rosado, con la que tenía tres hijos, el artista había publicado su último disco en noviembre de 2018, un recopilatorio de su gira por España y México, pero su último trabajo original había visto la luz un mes antes: un libro disco junto al poeta gallego Carlos Oroza. Hasta llegar ahí hay una larga historia.

Curioso sin límites, practicante de la indisciplina artística, primero pintor, luego poeta, cantante e incluso cineasta, Luis Eduardo Aute nació en 1943 en Manila, en medio del horror de la Segunda Guerra Mundial. Su padre, empleado de Tabacalera, había sido destinado allí. Cuando cumplió los 11 años la familia se trasladó a Madrid. Su primera vocación fue la pintura y en 1960 expuso por primera vez sus cuadros en la Galería Alcón de Madrid. Musicalmente se inició como guitarrista de los grupos "Los Tigres", "Los Pekeniques" y "Los Sonor", hasta que, con 17 años, debutó como cantautor en el programa de TVE "Salto a la fama". En 1966, con 23 años, entró por primera vez en el estudio de grabación. Su primer álbum se tituló "Diálogos de Rodrigo y Jimena" e incluía canciones como "Rosas en el mar" y "Aleluya n.º 1", que ya había cantado y popularizado Massiel. En 1968 sacó al mercado "24 canciones breves" y durante la década de los setenta grabó siete discos, con temas escritos por Jesús Munárriz y la colaboración de Forges, Rosa León y Teddy Bautista. Con "Albanta" dio un giro en su carrera e incluyó la célebre "Al alba", que Rosa León dedicaría en un concierto a los últimos fusilados en el franquismo, en 1975. Desde entonces, siguió encadenando éxitos, década tras década. En 2010 editó "Intemperie", con canciones inéditas, y dos años después, "El niño que miraba el mar", un disco con 12 temas nuevos y un DVD con la película "El niño y el basilisco", dibujada y realizada por el propio autor.

Aute publicó una quincena de libros de poesía, el primero "La matemática del espejo", en 1975. Es autor de una voluminosa producción figurativa, sobre todo pictórica, y sus trabajos han viajado a ferias internacionales como la Bienal de París (1964), la de São Paulo (1967), y ARCO en varias ediciones. También trabajó en el cine, incluso fue meritorio del ayudante de dirección de la película de Joseph L. Mankiewicz "Cleopatra" (1963) y también de Jean-Luc Godard y Louis Malle.

El ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, ensalzaba ayer a Aute como "referente" y "artista integral", sin quien sería imposible entender bien la historia reciente de España y especialmente el "camino de libertad" abierto desde la Transición. Las condolencias y muestras de dolor de músicos e intelectuales, españoles y latinoamericanos, se sucedieron en las redes sociales durante toda la jornada.

Luis Eduardo Aute visitó Asturias en varias ocasiones. En 1991 estuvo en el centro municipal Escuelas Dorado en Langreo, hablando de la Guerra del Golfo, y en el 92 daba un concierto en el antiguo teatro de la Universidad Laboral de Gijón.

Más recientemente, en el año 2014 participó en el recital en Oviedo con el que Víctor Manuel celebró sus 50 años de carrera y en que también estuvieron Miguel Ríos, Ana Belén, Rosendo, Serrat, Rozalén y Morente. En 2011 había dado un concierto en el Centro Niemeyer de Avilés, coincidiendo con su propio cumpleaños.

En enero de 2017, un homenaje al cantante reunió en el teatro Filarmónica de Oviedo a varias figuras de la música asturiana. Anabel Santiago versionó "Sin tu latido" -con tanto éxito que ahora se la piden en sus conciertos y el propio Aute le hizo llegar su felicitación- y "Pasaba por aquí". Santiago lee en las canciones de Aute "un mensaje fascinante": "Es un cantautor básico en la historia de la música española, no solo porque era un genio en sus letras y su música, también por su compromiso. Marcó la generación de mis padres y la nuestra".

La cantante Silvia Delagua siente muy cercana la pérdida de Luis Eduardo Aute. "Es uno de los autores con el que crecimos, era la banda sonora de nuestra vida", afirma. "Es un artista con mayúsculas, quizá no suficientemente valorado, lo vimos en directo, en el Niemeyer y fue un concierto maravilloso, habló mucho, y te quedabas embobado escuchándolo, fue íntimo, maravilloso, era mágico", rememora. De sus canciones se queda, por decir alguna, con "La belleza": "Es un himno, lo tiene todo".

El cantautor Pablo Moro cuenta que la primera canción que aprendió a tocar a la guitarra fue "Las cuatro y diez", de Aute. Para él es "una de las voces que conforman la memoria sentimental" de varias generaciones. "El triunvirato formado por Serrat, Aute y Sabina nos ha iluminado. Aute traspasó la figura del cantautor, era una figura intelectual libérrima y tiene 30 o 40 canciones imprescindibles", opina.

El músico brasileño Vaudí habla del respeto que en Latinoamérica despierta la figura de Aute. "Nos rendimos a sus clásicos, como 'Al alba', y además era un gran pintor y un gran poeta", sostiene.

"Aute ha sido el compositor de las canciones más hermosas que he escuchado", concluía ayer el cantante Nando Agüeros.