Domingo 5 de abril. Día XXIII de confinamiento. La ralentización de la pandemia en España avanza. Buenas noticias al margen del parte diario de bajas: ayer 674 fallecidos, 135 menos que el sábado. Ya han muerto 12.418 personas y hay 130.759 positivos. Cada día se curan más pacientes que los que entran en los hospitales. Se ven brotes verdes y el Gobierno ya prepara el día después, aunque los profesionales de la sanidad que están en primera línea no son tan optimistas. Ya veremos.

La transición hacia el nuevo mundo y la caza del asintomático

La curva cede y Pedro-Iglesias y sus "girls and boys" ya diseñan cómo será la vuelta al mundo que espera ahí fuera, el que ahora el país entero solo puede mirar a través de la ventana. Uno de los planes que ronda en la cabeza de los expertos es generalizar los test para encontrar a todos los positivos asintomáticos. El paso siguiente sería confinar a los que den positivo. Por eso Sánchez ha pedido a las comunidades autónomas un listado con edificios públicos y privados para crear pabellones de apestados. Suenan hoteles y recintos feriales. Surgen preguntas, al margen de si el confinamiento será voluntario o a punta de pistola. Por ejemplo, ¿quién se hará cargo de la factura de la comida y el alojamiento, el confinado o el confinador? ¿Y de los sueldos de los que todavía tengan puestos de trabajo? ¿Habrá que ir de uniforme? ¿Denunciar al que en el trabajo o en el autobús tosa más de la cuenta? Se avecinan escenas surrealistas en esos confinamientos: mamá colando bocadillos de carne empanada con pimientos para el nene, enamorados colándose descolgándose desde el canalón, guerras de almohadas, fiestas de pijamas y vaya usted a saber qué más. Para algunos se puede convertir en un regreso al pasado, a la vida de estudiante en un piso compartido o en un colegio mayor. No sería de extrañar que alguno, dando positivo en el bicho o no, se presentara voluntario para ocupar una cama en el pabellón de apestados.

Nace el movimiento contra la cuarentena: el confinamiento se ha vuelto fascista

Después de XXIII días encerrados en casa mirando hacia el techo o corriendo detrás de las criaturas más pequeñas para evitar que hagan el salto del tigre desde el aparador del salón y se descalabren, surge ahora un colectivo contra el confinamiento. Economistas, expertos de uno y otro lado, intelectuales diversos y técnicos de Estado han escrito una manifiesto de título sugerente ("Contra el confinamiento de la población) en el que se oponen radicalmente a las medidas de aislamiento social decretado por el Gobierno para contener la pandemia en España. Para conocer a los firmantes mejor dar sus nombres: Juan José R. Calaza (economista y matemático), Andrés Fernández Díaz (catedrático emérito de Política Económica de la Universidad Autónoma de Madrid), Joaquín Leguina (estadístico Superior del Estado y expresidente de la Comunidad de Madrid) y Guillermo de la Dehesa (economista del Estado). Los muchachos, que ya de mano alertan que son mayores de 70 años, aseguran que el confinamiento "es una medida fascista ineficaz, humillante, traumatizante y destructiva". Casi nada. Y añaden que muy pronto los jóvenes harán responsables a los mayores "de la hecatombe económica, culpándoles de haberles bloqueado el futuro". Según Leguina y sus amigos, da la sensación de que tras la reconstrucción llegará, como en "La fuga de Logan", la caza de los mayores de 30 años. La verdad es que no hay país como este.

Moncloa cede: adiós a las ruedas de prensa tuteladas por la autoridad ¿competente?

Por fin. La Moncloa ha dado su brazo a torcer en el tema de las ruedas de prensa tuteladas por los "fontaneros" de palacio. Desde el inicio de la crisis, las preguntas de los periodistas en las comparecencias del Presidente y sus ministros seguían el mismo proceso: debían ser enviadas a un grupo de Whatsapp en el que están incluidos medios de toda clase y condición. Y un hombre de Moncloa seleccionaba las más interesantes, para el Gobierno, claro está. Tras las quejas de varios medios y asociaciones de profesionales, acusando al Ejecutivo de evitar la transparencia, se avecinan cambios. Sí, porque Sánchez y los suyos han descubierto las videoconferencias, esas que antes alegaban que no se podían hacer en las ruedas de prensa por motivos técnicos. Con toda España trabajando, tomando vinos o jugando al "Hundir la flota" a través del Skype, House Party, Zoom, Meet y demás, lo de que La Moncloa era víctima de la brecha tecnología no colaba. Tampoco es que esas ruedas de prensa aporten mucho. Algunos ya las usan como alternativa de los documentales de animales de La 2, esos que invitan a la siesta. Un poquito de por favor.

Alcaldes detenidos, masacres en Rusia y misas disueltas

La Policía no para. Tampoco en Semana Santa. El Domingo de Ramos dejó, entre otras cosas, una Alcalde detenido y una misa en una terraza de Triana disuelta. En La Parra (Badajoz), Alejandro Lagar, regidor de la localidad, fue cazado por la Guardia Civil repartiendo ramas de olivo a sus vecinos. Cuando los agentes le tomaron la matrícula ya había repartido 450. La iniciativa puede costarle 600 euros. Y en Triana, la Policía Local ha tenido que disolver una misa que se estaba celebrando en una azotea en la que había ocho personas entre el cura, co-oficiantes, monaguillos y demás. Estamos en cuarentena y no hay indulgencia para nadie. La tragedia del fin de semana ocurrió en Riozán, una localidad a 200 kilómetros del sur de Moscú. Allí un vecino, molesto por los supuestos ruidos que hacía una pandilla de jóvenes de entre 22 y 31 años, se armó con una escopeta y fue a por ellos. Tres murieron en la calle y dos en sus domicilios. Las autoridades sanitarias rusas han recomendado al Gobierno de Putin que controle la venta de alcohol durante la cuarentena.

En Estados Unidos ya se lo creen

A pesar de Trump y sus excentricidades sobre el coronavirus -primero era una gripe china, luego era un problema de Europa, luego ya veremos lo que pasa-, en Estados Unidos ya se empiezan a tomar en serio lo de la pandemia. Los que allí mandan ya advierten de que el impacto de lo que ocurrirá a lo largo de esta semana será más duro que lo sucedido en Pearl Harbour y que los atentados del 11-S. Pinta a que se acabaron las bromas. Pero con Trump nunca se sabe.