Lunes 6 de abril. Día XXIV de confinamiento. La curva sigue cediendo, pero mueren 637 en un día. Son ya 13.055. Los contagiados alcanzan los 135.032. La segunda fase del confinamiento se está diseñando. De momento, la información es confusa.

Marlaska niega la avalancha de foriatos y si la hay, mera anécdota

Ya van dos días en los que el Gobierno, a través de varios interlocutores, niega, cada uno a su manera, que se esté produciendo una huida masiva de las grandes ciudades de aquellos que tienen casita y apartamento en la playa o en la montaña. Las quejas de muchos municipios españoles, algunos de ellos también asturianos, de que hay mucho foriato de la capital andando por sus calles no son tomadas en cuenta por el Ejecutivo central. Marlaska y sus camaradas esgrimen datos: la movilidad se ha reducido al 90 por ciento. Así que, palabra del mismísimo ministro del Interior, "habrá movimientos de carácter anecdótico, y en estos tiempos lo anecdótico es más visible". Ya saben, alcaldes y alcaldesas, si ven por las calles de sus pueblos a manadas de gente no censada en su localidad y con acentos de otras latitudes, miren para otro lado, solo son simples anécdotas. O alucinaciones producidas por el confinamiento que han llevado a pueblos de Cádiz, por ejemplo, a plantar barricadas en sus accesos para controlar las llegadas, o a Murcia pedir a la Policía y al Ejército que vigilen con cuatro ojos. De momento, se acabaron los recibimientos con los brazos abiertos a los foriatos, las guirnaldas de flores, las banderitas de España y el 2x1 en los bares.

Nadie se moja sobre si las mascarillas serán obligatorias, a cambio, bombardeo de cifras

No hay manera. Ninguno de los expertos, asesores, ministros y ministras y funcionarios de orden que todos los días ofrecen los partes sobre cómo marcha la guerra contra el virus se moja a la hora de aclarar si al final el Gobierno obligará a todos los españolitos a usar máscaras y guantes. Cuando en las ruedas de prensa surge la pregunta, hay una respuesta tipo: bombardeo por saturación con cifras sobre el número exacto, si hace falta con decimales, de mascarillas, guantes, geles, respiradores trajes de protección y otros productos que las administraciones han comprado para la lucha contra la pandemia. De lo que se lleva gastado, curiosamente, las cifras que se dan no llevan decimales, son redondas. El último dato señala que la factura ya asciende a 845 millones de euros en tres semanas. No está claro si es la factura conjunta de todas las comunidades, o solo la del "exitoso" plan de compras del Ministerio de Sanidad. Lo que no dejan de aparecer son las quejas por el precio de las mascarillas en el mercado libre. Si son tan caras igual es que todavía no hay para todos. Parece que va a tocar coser en casa. Llega la bricomanía sanitaria.

Los Pactos de la Moncloa no convencen y no se sabe cómo se van a llenar las arcas de Noé

Se acerca el día después y la unidad empieza a resquebrajarse. Hay que empezar a tomar posiciones una vez que se vuelva a la normalidad. Pablo Casado (PP) parece que se retuerce en la silla cuando se le plantea lo de sumarse a un frente común con el Gobierno de Sánchez-Iglesias y a empresarios y sindicatos para diseñar la reconstrucción. Diálogo sí, pero teme que sea un señuelo para un cambio de régimen. Vox ya hace tiempo que viaja por su propio carril. No apoyará alargar el estado de alarma ni quiere hablar con Sánchez si no dimite. Viva el diálogo. En esto se entretienen los políticos mientras se está a la espera de saber cómo se va a actuar con los asintomáticos que den positivo en coronavirus que no quieran ocupar una plaza en las arcas de Noé que se equiparán para confinarlos a todos. "El estado de alarma no supone una rebaja del estado de derecho", aclara Justicia. Pero al mismo tiempo, el Gobierno ya lo tiene todo listo para controlar los movimientos de la población a través del GPS de los móviles. Llegan tiempos para antropólogos, filósofos y juristas: ¿qué va primero, la libertad del individuo o el bienestar del grupo?

La transparencia es así, y que no falte

Estreno del nuevo sistema de ruedas de prensa en La Moncloa. Ahora ya no es el Presidente, como en tiempos de Mariano, el que aparece en el plasma, son los periodistas, que han logrado convencer a los que asesoran a Sánchez que mejor las preguntas por videoconferencia que por Whatsapp. Si antes había quien elegía y purgaba las preguntas, lo que se eligen ahora son los medios que preguntan. Es lo que toca en los tiempos del bicho. En la primera comparecencia del día, diversos problemas técnicos y falta de pericia: uno de los plumillas se dejó el micro abierto y se pudo escuchar su charleta con algún coleguilla mientras hacía cola telemática a la espera de su turno para preguntar. La entrada en las nuevas tecnologías en escena no parece que vaya dar más contenido y chicha de la buena a las comparecencias. Pero mejor esto que nada.

La piratería ya está en casa y los bomberos hacen de cerrajeros de la muerte

Si hace unos días se lió la mundial porque Turquía se puso el parche en el ojo y se enfundó en la bandera de las tibias y la calavera para requisar un pedido de material ya pagado con rumbo a España -parece que los turcos han dado marcha atrás-, ahora los corsarios tienen nombre y apellidos españoles. La Policía cazó a un empresario de Santiago de Compostela tras robar dos millones de mascarillas valoradas en 5 millones de euros. Se sospecha que las ha revendido en Portugal. Mientras esto pasaba en Galicia, en Madrid los bomberos ponen voz al drama: la mayor parte de sus salidas son para abrir las puertas de domicilios tras las que hay gente que ha muerto sola. Las cifras de caídos tienen nombre, apellidos y una historia detrás.

El tío Boris acaba en el hospital y algunos se indignan por lo bien que lo pasan algunos confinados

Preocupación por Boris Johnson en UK. El primer ministro tuvo que ingresar en el hospital el mismo día en el que la reina Isabel II se dirigía a sus súbditos. El tío Boris llevaba diez días contagiado por el coronavirus y no mejoraba. Como buen líder, ha dado ejemplo: al principio de la pandemia animó a todos los británicos a contagiarse para hacerse inmunes al virus. El tito ha cumplido. ¿Justicia poética? Sin salir de la isla, bastantes de sus habitantes están que trinan por el comportamiento de muchos equipos de fútbol de la Premier y de alguna de sus estrellas. Hay equipos con ganancias millonarias que se han acogido a los ERTE para que el Estado se haga cargo de parte de los sueldos que tienen que pagar los clubes. Está por ver si lo público abonará el especial confinamiento de Kyle Walker, jugador del Manchester City, que organizó en su casa una orgía con un amigo y dos prostitutas horas después de haber animado a sus compatriotas a quedarse en casa. Jack Graelish, capitán del Aston Villa, no fue tan allá: se estrelló con su coche tras saltarse el confinamiento y, como Walker, después de pedir a todos a resistir en casa. Y para rematar, la consejera de Sanidad de Escocia, Catherine Calderwood, ha tenido que dimitir tras publicarse una fotografía en la que aparece de paseo cerca de su segunda residencia. Siempre hubo clases y gente a la que le cuesta predicar con el ejemplo.