Las dos primeras entregas de El Padrino son obras maestras indiscutibles. La tercera, no, aunque tenga buenos momentos. Planazo para estos días: sentarse a ver la saga completa con calma, sin teléfono móvil cerca y con los ojos muy abiertos para disfrutar cada plano, cada mirada, cada diálogo, cada silencio. Un reparto inmenso ( Marlon Brando a la cabeza, gato incluido), banda sonora emocionante y un trabajo magistral de escritura y dirección. El cierre de la trilogía no estuvo a la altura, pero la secuencia final de la escalinata vale por toda ella.
