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Crisis del coronavirus

El testimonio de una enfermera gijonesa en Cambridge: "Nos toca vivir una situación extrema"

Paloma Rodríguez Valdés, enfermera destinada en una UCI, habla del "esfuerzo titánico" que se afronta ahora en la sanidad británica

El testimonio de una enfermera gijonesa en Cambridge: "Nos toca vivir una situación extrema" La gijonesa Paloma Rodríguez Valdés, equipada contra el COVID-19 en el hospital donde trabaja, y en su imagen más reconocible.

La enfermera gijonesa Paloma Rodríguez Valdés, trabaja desde hace 16 años en el Hospital de Addenbrookes de Cambridge y hace dos años que su destino está en una unidad de cuidados intermedios, que ahora ha sido transformada en una UCI para casos de COVID-19. Una reconversión a marchas forzadas "con el propósito de aumentar las camas disponibles en UCI y poder afrontar esta pandemia de la mejor forma posible", explica. Porque parece que en Reino Unido se avecina una onda epidémica tremenda.

"Es preocupante, sí; hoy ya llegamos a 10.000 fallecidos y parece que puede llegar a ser el país europeo con más casos y fallecimientos, tristemente", relata. Hasta el viernes en su hospital, de unas mil camas, había registro de 118 casos confirmados y 39 ingresaron en UCI. "Desde hace unas semanas se ha hecho un esfuerzo titánico para vaciar las plantas de hospitalización y convertirlas en unidades puramente para personas afectadas por COVID-19. Se ha transformado una planta entera en una nueva UCI, aumentando así la capacidad de camas de UCI a 86, que poco a poco se van llenando", detalla la gijonesa. Su centro está vinculado a la universidad de Cambridge y es centro de referencia del Este de Inglaterra. En la actualidad actúan de apoyo a otros centros hospitalarios de regiones vecinas que se están llevando la peor parte. Como en España, en Reino Unido son las grandes urbes las que están llevando el mayor impacto por el coronavirus, con Londres y Birmingham a la cabeza.

Como profesional vocacional de la salud, Paloma Rodríguez siente que "esta situación está siendo todo un reto, no solo físicamente por nuestros turnos y sus horarios, sino también mental y emocionalmente. Aunque nos toca vivir una situación extrema, desde esta primera línea en la que estoy puedo asegurar que todo el mundo lo está dando todo, como en España, Italia, etcétera, haciendo turnos extras, modificando horarios, utilizando a otros profesionales como los fisioterapeutas o los nutricionistas para que trabajen con los enfermeros y nos apoyen en cambios posturales, higiene personal, apoyo en ventilación mecánica, etcétera. Por supuesto que hay temor, miedo a contagiar a tus familiares, a tus hijos y, por supuesto, a contagiarnos nosotros. Y sí, es muy duro pero estamos todos a una y hay mucho equipo, eso es lo que nos va a quedar de positivo una vez que pase esto".

Porque otro poso que va a dejar esta crisis es la dureza de "ver cómo los pacientes y sus familias lidian de la mejor manera posible con el aislamiento de sus seres queridos sin poder recibir visitas, ni siquiera en los momentos más críticos". Lo que ha implicado que también en su hospital se recurre a la tecnología para facilitar el "contacto" y la comunicación entre los enfermos y sus seres queridos. "Utilizamos Facetime y una serie de franjas horarias al día en las que damos el parte a los familiares", expone una enfermera que le pone esperanza a todo lo que está por venir. Y da las gracias, constantes, a unas familias que "se están volcando con el personal sanitario cuando realmente es nuestro trabajo". Un reconocimiento que se extiende a los vecinos: "No paramos de recibir un montón de comida, flores, frutas y verduras de granjas locales, cremas para manos de parte de diversos comercios e incluso cajas con papel higiénico", cuenta entre risas.

En su hospital, por otra parte, no existe la tensión de falta de dotación. "Tenemos la suerte por el momento de tener suficiente equipamiento, de ahí mi foto, sacada para que mis familiares y amigos en Asturias se tranquilizasen". Incluso la Universidad donó equipos de protección de sus laboratorios para el hospital.

De su vida diaria al margen de la laboral, Paloma cuenta que Cambridge es hoy "una ciudad desierta" "En general la población se lo está tomando en serio; de momento se puede salir para comprar lo esencial, ir a la farmacia o a cuidar a algún familiar vulnerable, o para hacer ejercicio una vez al día. De hecho, mi marido y yo aprovechamos para dar un breve paseo por la ribera del río Cam cerca de nuestro domicilio al atardecer, cuando hay menos actividad. Eso sirve para olvidarse un poco de la tensión del hospital". Que falta le hace.

Paloma Rodríguez acaba con un deseo: "Me gustaría que una vez que pase todo esto los gobiernos valoren seriamente que se debe invertir más en investigación, es vital, como lo es mejorar las condiciones y contratos laborales y el sistema de selección de personal sanitario".

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