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Crisis del coronavirus

La letalidad del virus en Asturias, hasta un 65% más alta que en poblaciones más jóvenes

Un estudio sitúa al Principado como la sexta provincia más vulnerable e invita a valorar la demografía de cada zona al diseñar el desconfinamiento

Uno de los pasillos de acceso a una de las UCIs del HUCA. | IRMA COLLÍN

El envejecimiento la población asturiana, evidente factor de riesgo en la pandemia del COVID-19, puede llegar a elevar la tasa de mortalidad del Principado hasta en un 65 por ciento respecto a la de las provincias más jóvenes de España. Un estudio sobre la vulnerabilidad de los territorios frente al coronavirus, que toma como referencia su estructura demográfica por edades y los hábitos de residencia de sus habitantes, ha tratado de cuantificar los efectos de la querencia de la plaga por las personas mayores y sus conclusiones incluyen a Asturias entre las seis provincias españolas más indefensas.

El mapa de riesgo elaborado por los investigadores del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona escora claramente hacia el Noroeste la mancha oscura de los lugares menos protegidos contra la letalidad del virus, entendidos como aquellos en los que un mismo número de infecciones tendría una capacidad potencial de provocar más fallecimientos.

El análisis, difundido ayer, simula un escenario en el que el diez por ciento de la población estuviese infectada y calculan el número diferente de muertos que, a igual cantidad de contagios, puede provocar la pandemia en cada provincia según la edad predominante de su población y la estructura de sus hogares. El ejercicio concluye asignando a Asturias unos 380 fallecimientos por 100.000 habitantes, un treinta por ciento por encima de la media nacional y cerca de un 65 por ciento más que Melilla, una de las poblaciones más rejuvenecidas y el territorio en el que un mismo número de contagios tiene menos capacidad de matar, con unas 230 muertes por 100.000 habitantes.

Con base en los datos que resumen la estructura de los hogares y las pautas de residencia de la gente mayor se fraccionan los fallecimientos por contagios al azar -las "muertes directas"- y los generados por infecciones en el hogar -las "indirectas"-. Por su proporción elevadísima de casas solitarias y de mayores que viven solos, y por la baja ocupación de sus viviendas, Asturias sale más afectada en las primeras que en las segundas, y en la suma de ambas el efecto de su acusado envejecimiento se deja notar en la circunstancia de que sólo cinco provincias superan la mortalidad asignada a Asturias y todas hacen frontera entre sí en el cuadrante Noroeste de la Península: León, Zamora, Salamanca, Orense y Lugo, con Teruel muy cerca y la constancia estadística de que la mortalidad en las provincias más envejecidas puede llegar a duplicar la de las más jóvenes. Así, donde Melilla tendría 230 fallecidos por cada 100.000 habitantes, Lugo subiría a 477. En justa correlación con su desequilibrada pirámide de población, Asturias se ve también como una de las provincias con un mayor porcentaje de muertos mayores de 65, en el entorno del 80 por ciento.

Los autores del análisis terminan invitando a las autoridades sanitarias a tener en cuenta las diferencias entre territorios en cuanto a estructura demográfica por edades y a las pautas de residencia al diseñar las estrategias del desconfinamiento. Se apoya, entre otros motivos, en el riesgo que una salida precipitada podría generar para los ancianos. Y da un dato en el que evalúa como "uno de los hallazgos de esta investigación, que en general los menores de 65 años podrían llegar a inducir más del 50 por ciento de las muertes por contagios en el hogar, aunque solo el 14 por ciento de ellos reside con personas mayores".

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