Los datos de incidencia del COVID-19 en Asturias correspondientes al 15 de abril pueden dar una bocanada de optimismo frente a unas jornadas en las que el comportamiento de la pandemia en Asturias podía resultar preocupante. Ha aumentado el número de casos (74 más), pero ese hecho debe considerarse en el marco del incremento del número de tests realizados (1.557 más).

Aunque los servicios de salud del Principado no terminan de especificar de manera detallada a qué corresponden esos nuevos casos, el balance diario de las residencias señala que 30 de ellos proceden de los geriátricos: 18 de residentes y 12 de trabajadores. Hay por tanto otros 44 nuevos casos, entre los que habrá un importante número de trabajadores sanitarios. El hecho de que la hospitalización haya descendido en 4 personas hace pensar que la mayoría de las nuevas detecciones son enfermos con sintomatología leve o incluso asintomáticos identificados por el aumento de pruebas.

La distorsión que supone el aumento de pruebas fuera del ámbito hospitalario, con el consiguiente incremento de enfermos detectados de sintomatología leve, hace que la curva de descenso de infectados en Asturias se abombe y retrase su bajada, como se observa en el gráfico obtenido por el catedrático de Matemáticas de la Universidad de Oviedo Juan Luis Fernández y la profesora de la misma institución Zulima Fernández-Muñiz, según su modelo predictivo.

Sabíamos que el COVID-19 se asemeja a un iceberg: hay una parte que hasta ahora hemos visto, con los casos graves que llegaban a los centros hospitalarios, y otra, mucho mayor y sumergida, de pacientes leves a los que únicamente se les realizaba un seguimiento telefónico por parte de los servicios de Atención Primaria (más de 4.500 en Asturias).

En estos momentos en los que, como hemos dicho, los datos pierden homogeneidad y el criterio varía según las comunidades autónomas (Andalucía hoy ha reportado un gran incremento al sumar asintomáticos que otras comunidades no incluyen), quizás llegue el momento de comenzar a ir dejando atrás la etapa de la contabilidad de casos y empezar a pensar en las medidas que habrá que adoptar tras el confinamiento. En especial, el protocolo de detección que deberá establecerse y tener previstas las alarmas sanitarias que deberán saltar en cuanto se produzca un incremento en la incidencia de casos.

El aumento de pruebas realizadas tiene pros y contras. Pros desde el punto de vista sanitario; contras desde el estadístico. Mejor cuantas más pruebas se realicen, primero se detecte a los enfermos y se les aísle, y se puedan trazar sus contactos para comprobar si también están infectados. Eso permite, sin duda, obtener una mejor imagen de la pandemia. Los contras son, por ejemplo, que modifican algunos parámetros. Por ejemplo, detectar más asintomáticos y leves hace que la tasa de mortalidad descienda (ya había sospechas de que en España estaba muy elevada precisamente por el desconocimiento de los infectados reales). Pero al mismo tiempo aumenta otros elementos epidemiológicos, como el denominado R0, el número de personas promedio a los que contagia un infectado en un periodo de contagio. En Asturias, por ejemplo, el aumento de pruebas y de detección de contagios hace que el modelo matemático de los investigadores asturianos eleve a 2.500 la estimación de cifra total de casos en la región una vez bajen a cero los contagios. Esa cifra podría incluso incrementarse hasta los 3.200.

Juan Luis Fernández y Zulima Fernández-Muñiz han obtenido otro parámetro interesante en su modelo: el índice global medio de contagios desde la detección de la pandemia por cada infectado. Los matemáticos han podido comprobar que ese parámetro está relativamente próximo en todas las comunidades, en el entorno de 5. Esa cifra es sensiblemente mayor en el caso de Asturias y Castilla y León.

Es significativo en Asturias el descenso de fallecidos (2 según Salud, 5 según el cómputo en las residencias por la incorporación de casos anteriores), que se aleja de las cifras de los últimos días. Rebajar el número de fallecidos debería ser esta semana uno de los elementos indicativos de control de la pandemia, así como el descenso continuado de las hospitalizaciones.

Los matemáticos asturianos realizan cada día un pronóstico de la incidencia del COVID-19 en el conjunto de España y en cada una de las comunidades autónomas. Este pronóstico resulta especialmente útil para los servicios sanitarios, que pueden así prever la tasa de hospitalización y ocupación de sus Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs).

Además, modelizan la pandemia en cada comunidad autónoma, lo que permite prever su próxima evolución.