La mayor crisis sanitaria en la historia reciente de España ha cogido a un asturiano, Faustino Blanco, en un puesto clave del Ministerio de Sanidad, el de secretario general, donde se mantuvo después de la salida de Luisa Carcedo, que le designó para ese cargo en la anterior legislatura. La continuidad del que fuera consejero de Sanidad en Asturias entre 2012 y 2015 fue señalada como una decisión que tenía como fin acompañar a un nuevo ministro sin experiencia previa en el sector sanitario. Ahora, cuando la gestión política del COVID-19 empieza a pasar factura en forma de erosión al Gobierno, arrecian las interpretaciones de que Salvador Illa no tiene sintonía ni con Faustino Blanco ni con Pilar Aparicio, la directora general de Salud Pública, basadas en el protagonismo que ha adquirido Fernando Simón, director del Centro Nacional de Alertas y Emergencias, en la gestión de esta crisis. Blanco evitó entrar en mayores valoraciones sobre esa supuesta caída en desgracia: "No tiene ningún recorrido", se limitó a declarar.