La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crisis del coronavirus

El virus de laboratorio, teoría contagiosa

Montagnier, Nobel y descubridor del patógeno del sida, alimenta la teoría, ya refutada, de que el coronavirus fue diseñado por investigadores chinos

Investigadores trabajando en un laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan. EFE

¿Se escapó accidentalmente el virus causante de la pandemia de un laboratorio chino o estamos ante una teoría de la conspiración diseñada para socavar el prestigio del gigante asiático? La idea de la fuga del virus del Instituto de Virología de Wuhan, la ciudad china en la que se inició la enfermedad que tiene hoy confinada a gran parte de la humanidad, fue lanzada el martes por el periódico "The Washington Post", que desvelaba telegramas diplomáticos que alertaban de fallos de seguridad en el mencionado centro en el año 2018, tras la visita de científicos estadounidenses.

El jueves, la cadena televisiva Fox News, el apoyo mediático más firme de Donald Trump y fuente difusora de numerosas teorías conspiranoicas favorables al presidente de EE UU, emitió una pieza en la que abonaba la teoría de que el "paciente cero" fue uno de los investigadores chinos que trabajaban en el centro virológico de Wuhan. El propio presidente estadounidense alimentó esa visión en su última comparecencia ante los medios: "Cada vez se habla más de eso, ya veremos".

La polémica podría dejarse correr si no fuera porque ayer se sumó a la idea del accidente de laboratorio nada menos de Luc Montagnier, el prestigioso virólogo francés que ganó el Nobel en 2008 por el descubrimiento del virus causante del sida. "La historia del mercado de marisco es una hermosa leyenda, pero la suposición es que este virus dejó el laboratorio porque escapó de sus promotores en un trabajo de aprendiz de brujo", declaró el investigador a la revista francesa "Pourquoi Doctor".

De esta forma, Montagnier rechaza la visión oficial de que el virus, presente originalmente en los murciélagos, fue traspasado al hombre en el mercado de Wuhan por medio de los animales vivos que en él se venden, que actuaron como reservorios del virus. En concreto, se señala al pangolín, una especie desconocida en Europa y muy consumida en los países del sureste asiático.

El premio Nobel va aún más lejos, y asegura que los científicos chinos se encontraban investigando una vacuna contra el sida cuando se produjo el fallo. Un intento que tendría sentido porque Montagnier dice haber examinado el genoma del SARS-CoV-2 (el causante del COVID-19) y haber apreciado que incluye una secuencia del VIH (el virus del sida). Para apuntalar más esta teoría -refutada por otros investigadores-, el virólogo francés añade que "los investigadores indios ya habían intentado publicar los resultados de los análisis que mostraban que este genoma albergaba secuencias de otro virus que es VIH, pero se vieron obligados a retractarse, las presiones eran demasiado fuertes". China se ha apresurado a desmentir la posibilidad de la fuga del laboratorio.

El portavoz del Ministerio de Exteriores, Zhao Liji an, subrayó el jueves que la Organización Mundial de la Salud (OMS) "ya ha dicho numerosas veces que no hay ninguna evidencia de que el nuevo coronavirus. Desde luego, no le ayudan las crecientes dudas sobre la transparencia de las autoridades del país asiático, que ayer cambió el criterio sobre el conteo de los muertos en Wuhan y dobló la cifra hasta los 3.869 fallecidos, 1.290 más que el registro oficial. Tampoco salen en su auxilio los precedentes: en 2004 la propia OMS mostró su "preocupación" después de que dos científicos del Instituto Nacional de Virología de Pekín se infectaran con el virus que entonces galopaba por China, el del síndrome respiratorio agudo severo (SARS). Esta enfermedad mató en aquel brote a 800 personas y, pese a que el accidente sucedió a primeros de marzo, el Gobierno chino no confirmó los hechos hasta pasado más de un mes, tardío abril.

Pero también hay un frente científico que rechaza de forma contundente la teoría de que el virus actual es un producto de laboratorio que se le fue de las manos a sus creadores. Por ejemplo, el virólogo australiano Edward Holmes, de la Universidad de Sydney, que ha publicado un estudio genético del virus en la revista "Nature Medicine" y afirma que "claramente el SARS-CoV-2 no es un constructo de laboratorio ni un virus manipulado a propósito". Alega que la modificación genética de los virus dejan huellas que no aparecen en este coronavirus.

De igual forma, el genetista Rasmus Nielsen, de la Universidad de California en Berkeley, garantiza que el nuevo coronavirus y el virus de murciélago RaTG13, el que se investigaba oficialmente en el Instituto de Virología de Wuhan, "se parecen más o menos como una persona y un cerdo. El SARS-CoV-2 no es una cepa del RaTG13 escapada del laboratorio".

Por su parte, el zoólogo estadounidense Peter Daszak, presidente de la EcoHealth Alliance, organización dedicada a investigar las zoonosis, los contagios de enfermedades de animales al ser humano, aclara que la modificación natural de los virus y su posterior traslado a las personas es tan habitual que no merece la pena siquiera detenerse en la posibilidad de la fuga del laboratorio. Daszak es colaborador habitual de la viróloga china Shi Zhengli, la primera que tuvo contacto en Wuhan con el coronavirus.

Compartir el artículo

stats