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Francia: la vie en noir

La "inmunidad" infantil en Alta Saboya

El caso de un niño francés de 9 años que no transmitió a nadie el virus tras haber dado positivo y mantener contactos con 170 personas concita la atención médica l La pandemia interpretada según la tesis de cada cual

Mensaje a las puertas de un colegio de París en apoyo a los sanitarios y a las medidas de confinamiento. POLARIS

El fin gradual del confinamiento para los pequeños parece estar justificado no solo desde el punto de vista humanitario, sino también del científico, por razones de inmunidad y riesgo controlado. Varios diarios europeos, entre ellos el parisino "Le Figaro", reflejan en sus páginas que el niño de 9 años que había contraído COVID-19 en Les Contamines-Montjoie, localidad de Alta Saboya, no transmitió el virus a nadie en las tres escuelas a las que asistió, tras haber mantenido numerosos contactos, según un estudio que concluye que los menores serían muy pequeños agentes propagadores. El análisis, publicado el 11 de abril en la revista de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas Americanas, que el pasado lunes adelantó "Liberation", investigó el caso del niño francés, que continuó asistiendo a tres escuelas y a las actividades programadas por su club de esquí, antes de provocar la alerta positiva en Salud. Había comenzado con síntomas leves de coronavirus y mantenía una carga viral muy baja ocho días después de que surgieran dichos síntomas. "Le Figaro" cuenta cómo después de una investigación rápida y cuidadosa a cargo de especialistas en enfermedades infecciosas y epidemiólogos, rápidamente se supo que el joven paciente mantuvo relación cuando estaba enfermo con 172 personas, incluidos 112 alumnos y maestros. Todos estos últimos habían sido puestos en cuarentena en sus hogares ya que se consideraban de alto riesgo. Pero al final el niño no contaminó a nadie, ni siquiera a sus hermanos. El caso sugiere que los menores pueden no ser una fuente importante de transmisión del COVID-19 y revela asimismo una dinámica distinta de transmisión en los más jóvenes que curiosamente son vectores de alto riesgo de otros virus, como es conocido y particularmente de la gripe. "Es posible que los niños, debido a que no tienen muchos síntomas y sí una baja carga viral, transmitan poco de este nuevo coronavirus" , explicó a la Agencia France Press Kostas Danis, epidemiólogo de Public Health France y director del estudio.

El país vecino se prepara para la famosa "desescalada" con un debate ya casi concluido, el de la controvertida cloroquina que agitó el profesor marsellés Didier Raoult, firme defensor de este fármaco de efectos inciertos para tratar el virus, y un nuevo "serial", como escribe Stéphane Lauer, columnista de "Le Monde". Lauer explica cómo mientras la mayoría se encuentra atrapada en casa esperando la libertad condicional del 11 de mayo, algunos aprovechan la oportunidad para prefigurar el nuevo escenario de debate en las cenas posteriores a la contención. Los estadounidenses dominan la franja de los dramas y las comedias de situación, cuenta Lauer, pero a los franceses no se les dan mal las producciones locales de la que únicamente ellos tienen el secreto. Este nuevo serial, igual de prometedor que el de la cloroquina, es, como escribe el columnista del vespertino de París, se titula "Amazon, rey de la selva" y es la historia de una multinacional de distribución sin escrúpulos que tiene que luchar contra los sindicalistas que se adhieren a la teoría del decrecimiento. El toque de estilo francés, en su máximo esplendor. Los primeros episodios podrían resumirse de la siguiente manera: después de una pandemia global causada por un virus misterioso, el líder mundial en comercio electrónico se encuentra en una posición de fortaleza para distribuir sus productos a una población enclaustrada en sus hogares. Para hacerlo posible, la compañía no duda en obligar a sus empleados a trabajar en condiciones que no siempre cumplen con los estándares mínimos de seguridad de la salud, mientras la enfermedad acecha. Es entonces cuando una organización sindical decide atacar al gigante ante los tribunales. En las redes sociales, los fanáticos de la serie vierten sus comentarios. Por un lado, están los firmes defensores de la libre empresa, impacientes por regresar al mundo anterior a la crisis, que enarbolan como bandera la causa de una multinacional acosada por un puñado de fanáticos, mientras son apoyados por un grupo de magistrados supuestamente politizados. Por otro, los militantes del mundo futuro, se confabulan en torno a la idea de un porvenir brillante que finalmente acabe con la globalización y el capitalismo, que han traído la infelicidad social y ambiental. A menudo, desde el comienzo de esta dramática emergencia de la salud, todo permanece a oscuras y todos ven el mediodía en su puerta al interpretar la pandemia como la validación de sus propias tesis. Concluye Lauer que el escenario tiene un aire de deja vu, de una Francia alérgica al trabajo y a los negocios frente a otra que se desespera ante un establishment judicial anticuado y partidista "cuando el objetivo no debe consistir en oponer la actividad de la empresa a la seguridad de los empleados, sino, por el contrario, hacerla compatible". Et voilà!

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