La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde mi encierro

Beatriz Díaz aprende mucho de Luca

La soprano toma lecciones de su hijo, combate la incertidumbre cantando por Instagram y confía en que al salir valoremos más "lo esencial"

Beatriz Díaz, entre manualidades, juguetes y partituras. B. D.

Ahora mismo tendría que estar preparándose para poner de beber en el aguaducho de Pepa, la tabernera castiza de "Agua, azucarillos y aguardiente", pero ahí fuera no hay ni bares, como para pensar en que vuelva la zarzuela? Los ensayos en el Campoamor empezaban el 25 de mayo y las funciones no están oficialmente canceladas, pero Beatriz Díaz va asimilando la incertidumbre. "Los teatros fueron los primeros en cerrar, serán lo ultimísimo en abrir". Habrá miedo, el espectáculo va a tardar en continuar... Ahora la soprano allerana, resignada, canta por Instagram, con público y pianista a distancia, admitiendo peticiones del oyente dentro de un orden -"si me piden 'AC/DC' lo tengo más difícil, pero tocamos muchos palos"-, y vivir encerrada con Luca, su hijo de 3 años, que no para, le ayuda a pensar menos en este "guantazo que nos ha dado a todos la vida", en la sensación de indefensión colectiva, o en "ese enemigo que no se ve y contra el que apenas tenemos armas?".

Casi no ha salido más que a tirar la basura, no ha hecho tantas videollamadas en la vida y encerrada hasta celebró su cumpleaños, pero a base de bien, con todos "vestidos de gala". Por las mañanas suele ir un poco al cole de aquella manera. A hacer manualidades, a pintar con las témperas, a aprender letras y números, a fabricar un cocodrilo de cartulina o a jugar con un casco rojo de bombero, porque a Luca le llama mucho la atención la profesión de su padre. Por las tardes, de vuelta a la música, Beatriz estudia, canta y cuenta por Instagram anécdotas de compositores y óperas... Todo "muy informal", "nada plúmbeo".

Sigue adelante por una necesidad imperiosa e inevitable de compartir, de "trabajar a diario para no quedarme oxidada y sentirme viva". Pero además de todo eso, que ya es mucho, aprende valiosas lecciones de Luca, "un campeón" que está llevando todo esto "con una normalidad que no tenemos los adultos", que "no pregunta ni un día por salir a la calle" ni se queja por tener que ver a los abuelos en una pantalla. Como mucho, señala y dice "mamá, el bicho" cuando sale gente con mascarillas en la tele.

El encierro con niño es otra cosa. "Cuando hay un crío en la ecuación cambia la papeleta". "Te ayuda a no poder parar", a no pensar demasiado en lo que está pasando ahí fuera. ¿Cambiará también todo para todos cuanto todo esto pase? El viraje en la manera de ver el mundo puede que vaya a ser "muy radical", aventura la soprano, "sobre todo para la gente que pierde familiares y no se puede despedir. Les va a costar pasar el duelo", pero a lo mejor somos todos los que salimos de aquí, en varios sentidos, "más conscientes de la importancia de muchas cosas. Ahora, gestos cotidianos como poner un pie fuera de casa o dar un abrazo a nuestros padres se han vuelto imposibles? A lo mejor vamos más a lo esencial, al corazón de las cosas".

Compartir el artículo

stats