La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Italia positivo

¿Dónde se come aquí?: la segunda fase incluye los restaurantes

La mitad del aforo en los establecimientos hosteleros desde mediados de mayo l Los baños, mar adentro l Barsotti: el virus no nos hace mejores a todos

Mateo Calderoni, propietario de un restaurante en Roma, prueba con su mujer, Martina, una pantalla de metacrilato instalada para dividir las mesas del local. EFE

Italia, el primer país de Europa en dar positivo, se prepara para la segunda fase de la pandemia. Los científicos se inclinan a dar luz verde a los restaurantes y bares a partir de mediados de mayo con medidas de precaución por el riesgo de nuevas epidemias de coronavirus. El comité que asesora al primer ministro Giuseppe Conte, ante la nueva fase que entrará en vigor el próximo día 4, cree que los lugares para comer y beber deberían reabrir con una capacidad reducida de la mitad de sus aforos. También propone, según destacan los periódicos italianos, la reapertura de la construcción y la fabricación con "restricciones" para el comercio, que debe seguir centrándose por ahora en la alimentación. Insiste en que las actividades donde prolifere la concentración de personas deberán seguir prohibidas, como son los casos de los clubes recreativos, teatros, cines, discotecas y el resto de establecimientos culturales y de ocio.

Los expertos reiteran su enérgica oposición al regreso a las escuelas antes del verano y recomiendan el "mantenimiento del trabajo inteligente". En oficinas se aconseja tomarle la fiebre a los empleados a la entrada. Volverán a permitirse los deportes individuales al aire libre, es decir se podrá correr a dos metros unos de otros.

El aspecto más controvertido de esta Fase 2 es el de los restaurantes y bares por la dificultad que entraña compaginar la actividad normal con el distanciamiento. El riesgo es mayor en comparación. Dos metros entre las mesas y la mitad de los clientes para evitar contactos. En cualquier caso la reapertura no se producirá antes del 11 o del 18 de mayo, a no ser quizás un servicio de comida para llevar. Otro asunto controvertido es el de las mascarillas. Los científicos aluden a la incertidumbre que todavía existe sobre su efectividad en términos absolutos, salvo para paliar los riesgos de transmisión, y sostienen que si van a ser obligatorias habrá que ponerlas a disposición de todos a un precio bajo y regulado para que puedan usarse solo una vez.

En el informe, que extracta el periódico milanés "Corriere della Sera", se explica que el índice de contagio en el país está actualmente entre el 0,5 y el 0,7 por ciento, tras haber alcanzado picos del 3 por ciento. La media de infección en Italia es del 3 por ciento, pero sobresale la desigualdad entre las regiones. En Lombardía, el porcentaje de positivos sigue siendo el más alto con un 10 por ciento, mientras que en el Lazio, que incluye Roma, equivale a un 0,5 por ciento. Los infectados en el Piamonte son alrededor del 3 por ciento; en Emilia Romaña, del 5,5; en Liguria, del 4, y en Campania, donde se halla Nápoles, solo ascienden al 0,2 por ciento. Lo que demuestra que no todas las plagas pueden cebarse con la capital del Mezzogiorno y de la Camorra. En el Veneto -donde el número de enfermos desciende y los datos son mejores que en el resto del Norte, gracias al coraje del presidente Luca Zaia, que se lanzó desde el primer momento a realizar tests (tamponi) a la población- el camino de la Fase 2 parece más allanado. Zaia asegura que la región está en disposición de afrontarla ya a partir de estos días.

Se acerca el verano y, en Génova, la veterana Società Nazionale di Salvamento, que desde hace diez años está también involucrada en la medicina del baño, estudia un plan para abrir las actividades de playa a partir de las normas establecidas por el Gobierno. El mar no está por sí mismo contaminado con coronavirus: si este existe en él es porque los seres humanos lo traen consigo. Pero en las aguas, debido entre otras razones a la salinidad, la capacidad infecciosa se reduce considerablemente, según el informe que maneja Salvamento. "De hecho, el virus estará presente en un nivel crítico solo en las áreas marinas adyacentes al vertido urbano y en aguas residuales por la transmisión fecal, igual que sucede con otras bacterias", explica Alfredo Rossi , director médico de la sociedad al "Corriere della Sera". Mar adentro, se puede nadar en paz.

La historia difundida en los medios de Damiana Barsotti, una enfermera intensivista de Lucca, ha puesto en pie las contradicciones de una sociedad. Massimo Gramellini, en su columna habitual "Il Caffè", que publica el diario de la Vía Solferino, la resume mejor que nadie. Cuenta cómo Barsotti regresa a casa después de trece horas en el hospital y se encuentra a su madre esperándola con una carta anónima en la que algunos vecinos le agradecen irónicamente el virus que les lleva todos los días a la comunidad donde reside, tratándola de insensible. "Recuerda que aquí viven ancianos y niños", le escriben. Damiana piensa por un momento en las personas que le han mostrado su cariño, luego se desanima y más tarde se enoja.

Finalmente, denuncia. Cuando la historia se hace pública, recibe la solidaridad universal con poca satisfacción por el silencio ensordecedor de su vecindario, "un silencio tan compacto", cuenta Gramellini, "como para hacer sospechar que la carta escrita por una mano, podría haber sido respaldada por todas las demás". La conmoción de estos meses no nos ha hecho mejores. Al menos, no a todos. La enfermera sacrificada que se dedica a salvar vidas solo es aplaudida desde los balcones si habita en otro vecindario. Concluye Gramellini que "ningún héroe, desde Hércules a Borsellino, suele ser profeta en su condominio". Porca miseria.

Compartir el artículo

stats