El Día del Libro fue el más triste que se recuerde. Con las librería cerradas por el confinamiento y las editoriales en una parálisis casi total, el sector no avista recuperación hasta el otoño. Los editores asturianos auguran, además, una recuperación lenta, y temen especialmente por el futuro de sus aliados los libreros.

"Teníamos previsto lanzar 40 novedades en el primer semestre del año, y hemos sacado cuatro, que estaban ya impresas y apenas se han distribuido. Damos por perdidos los ocho primeros meses del año", sostiene Álvaro Díaz Huici, de Ediciones Trea. Aunque el libro digital tiene algo de vida, para el libro en papel Díaz Huici no espera una reactivación hasta septiembre: "Va a ser complicado, porque las librerías están en shock y es probable que la gente esté temerosa durante un tiempo y contenga gastos. No creo que la normalidad plena llegue hasta el próximo año".

"Nos pilló con el pie cambiado, marzo y abril son meses muy potentes", sostiene Alfonso García Cabeza, de Satori Ediciones. Al tratarse de una editorial pequeña, están capeando el temporal gracias a unos gastos muy contenidos: "Estamos en hibernación. No tenemos muchos gastos y no nos ha cogido con deuda en personal. Pero los que me preocupa son los libreros. Conozco librerías en Barcelona que hacían un 30 o un 40% de los ingresos por Sant Jordi. Es un sector que va a necesitar ayudas: creo que las administraciones deberían hacer compra de libros, a todas las librerías de cada ciudad a partes iguales y con una variedad amplia de títulos y géneros", propone.

El editor Jorge Salvador, de Pez de Plata, es razonablemente optimista. Es consciente de lo que se les viene encima, pero él apuesta por "reinventarse y adaptarse a las nuevas circunstancias". "Con las librerías cerradas y las distribuidoras bajo mínimos, hacemos lo que podemos, mantenemos la chispa en las redes sociales y la venta online, es poca cosa pero algo ayuda a minimizar el impacto", explica. Pez de Plata tenía programada la salida de nuevos libros en mayo y junio, ahora Salvador no sabe cuando podrán recobrar cierta normalidad y en qué condiciones reanudarán el trabajo. "Lo que toca es estar unidos. Esto nos dejará alguna secuela pero pasará, el problema es de fondo: el desapego que tiene la gente al libro", reflexiona y añade que quizás sea una oportunidad, "para trabajar desde cero el fomento y los hábitos de lectura".

En Oviedo, la feria del libro Libroviedo se ha aplazado a noviembre y en Gijón la Semana Negra trabaja con varios planes alternativos, incluida una edición telemática. Mar Prieto, la presidenta de la Asociación de Libreros de Oviedo, estima que las pérdidas de las librerías en este primer semestre del año alcanzan el 85% respecto a 2019 pero no se desanima. Recuerda que han trasladado el Día del Libro al 23 de junio y anuncia que "lo celebraremos como siempre, con un 10% de descuento en las ventas y los escaparates a rebosar". Los libreros de Oviedo han pedido a la Concejalía de Cultura "ayuda para digitalización". Hace tiempo que trabajaban en una plataforma de venta digital, pero no estará funcionando hasta finales de año, para la campaña de Navidad. "Se llamará 'todostuslibros.com' y las librerías van a volcar todo el stock, triplicaremos el fondo de Amazon", adelanta Prieto.

Conchita Quirós, librera veterana, vivió ayer su Día del Libro más raro, con la tienda llena de libros, que no sabe cuándo se van a poder vender. "En Italia las librerías están abiertas desde hace tiempo, allí entienden que es una actividad esencial; aquí ni nos nombran, somos un comercio como otro cualquiera", se lamenta. En el establecimiento trabajan 24 empleados, ahora la mayoría con un expediente de regulación temporal de empleo. "No sabemos cómo vamos a abrir, y de las presentaciones de libros, nos olvidamos", dice.

La celebración del Día del Libro fue ayer tan inusual que hasta negocios ajenos al sector, y que también permanecen cerrados, pusieron de su parte para fomentar la lectura. Es el caso de la barbería que se ve en la imagen superior, que puso libros en su escaparate (por fuera) para que los pocos paseantes que había ayer se los llevasen a casa.